Primer discurso de Castillo (foto editada)

Cuarto gabinete en 7 meses. La inestabilidad política en Perú

por José María Rodríguez Arias

Si Castillo está demostrando algo, es su incapacidad para rodearse de gente competente que, además, defienda un proyecto político claro a la par que tenga la suficiente cintura política para pactar con otros partidos políticos. Eso no significa tener ministros de mil bancadas distintas (aunque puede ser un pago por el apoyo estable), o meter a un montón de gente con la falta nota de «independiente» (porque nadie lo es), sino ofrecer soluciones dentro de un programa y ser, hasta cierto punto, posibilistas en cuanto a qué se negocia, con quién y a cambio de qué. Lo que parece hacer este presidente de la república es sumar nombres que, encima, salen mal.

Vamos a ser sinceros: este gobierno ganó por la mínima, tanto en la primera vuelta como en la segunda y tiene un partido poco representativo en el Congreso. Con lo que tiene poco poder y espacio de maniobra, dificultándose mucho el que pueda realizar su propio programa de gobierno. Programa, además, que no parecen tener del todo claro ni dentro del mismo partido. Es cierto que PPK incluso estuvo peor que él en el legislativo, pero PPK podía pactar con una derecha fuerte, de la que formaba parte (que no lo hiciera bien fue su perdición y trajo la siguiente inestabilidad política que se saldó con 3 presidentes en poco tiempo).

Ahora bien, partiendo de esos problemas (que son el resultado de las urnas, no de un plan macabro ni un contubernio), el presidente de la república debió, desde el inicio, intentar formar un gobierno que le diera ciertas garantías y eso pasaba, en gran medida, por la propia solvencia de las personas que integraran dicho gobierno. Y ahí ha fallado. Mucho. Desde el primer momento, además.

Se puede ver un intento de abrir la mano en la configuración del gobierno (integraron a gente de diversas formaciones o con experiencia en los sectores de las carteras ministeriales); pero muchas de las elecciones o salieron rana por el propio comportamiento de la persona elegida (lo de Barranzuela fue de juzgado de guardia, que no todo mundo puede montarlas como Boris) o por el historial que ya tenía dicha persona (lo de Valer es para hacérselo mirar; también podemos recordar que ese currículo tan desagradable ya lo tenía cuando era aupado por las mismas personas que estos días decidieron hacer cargamontón contra él, que el tipo es congresista electo dentro de una formación de extrema derecha, pero es un veleta, en poco tiempo renunció a su bancada, se pasó a la de Somos Perú – Partido Morado –y desde esos partidos se le ha criticado mucho– y, por último, abandonó esa y anunció que montaría otra). Es parte de la responsabilidad de un gobierno el estar conformado por personas que puedan representar bien los cargos asignados.

El Congreso no deja de poner palos en las ruedas del gobierno, tiene mayoría para eso y el comportamiento de algunos partidos (como el fujimorista) es de obstruccionismo absoluto (no dan cuartelillo en nada y es el no por el no), reclamando un día sí y otro también el final de Castillo. ¿Pero cuál es el plan alternativo que tienen? ¿Los distintos programas que perdieron en las urnas?

Lamentablemente, el propio Perú Libre está siendo un obstáculo para el presidente de la república, elegido en esa formación. Existe una ruptura interna importante entre quienes apoyan al presidente y quienes se posicionan al lado del líder del partido y cuestionan al presidente, esto genera anomalías tan extrañas como tener a una primera ministra que no era apoyada por parte del partido oficialista (vamos a ver, que 16 congresistas de Perú Libre votaron que no a la confianza a Vásquez, que no es un problema menor).

Es cierto que el Congreso, en general, está siendo obstruccionista, y justamente por eso, la cintura del gobierno es doblemente importante; no puedes nombrar a alguien como Condori al frente de Salud en media pandemia, no solo por lo de la ivermectina y la azitromicina (que ya es malo de por sí) o lo del «agua arracimada» (es que hay cada cantamañanas), sino fundamentalmente porque es un personaje investigado por corrupción. Que sí, que es inocente hasta que se pruebe lo contrario, pero un gobierno no solo debe ser transparente y competente, también debe parecerlo.

Otra cosa son críticas a gente como Aníbal Torres, quien hasta ese momento era el ministro de Justicia de este gobierno, que acaba de jurar como nuevo presidente del Consejo de Ministros. Torres fue un importante asesor legal en la segunda vuelta, es un abogado con cierto reconocimiento pero, por ser de izquierdas, se le ha intentado «terruquear» bastante, acusaciones bastante graves pero, a la vez, sin sustento alguno. No es una cuestión de buscar gente sin recorrido político, con hojas en blanco impolutas, pero sí de saber qué situaciones pueden afrontarse o ante qué discursos cabe plantear cara (por ejemplo, ante el «terruqueo» y la descalificación fácil el gobierno sí puede defender a su gente, ante temas de corrupción, agresiones y otras historias, no).

En Perú, las personas titulares de los ministerios suelen durar poco, pero lo de este gobierno es sintomático de cosas mal hechas y de una oposición sin capacidad de diálogo alguno. Un poco de todo y eso no ayuda.

Hablando de la elección de la gente para el gobierno, creo que podemos seguir señalando a este presidente como poco capacitado para buscar la paridad. La paridad no es un fin en sí mismo, pero sí es un mensaje para poner sobre la mesa el feminismo. Pero sabemos que esos temas están en el «debe» de Perú Libre (es un partido machista), con lo que ver 16 hombres y 3 mujeres en el gabinete, en vez de encender todas las señales de alarma, se toman como una mejora frente al primer gabinete (17 a 2), aunque sea un empeoramiento a la situación con Vásquez.

Para acabar, ya que he mencionado de pasada el tema, cuando se «acusa» al gobierno de «comunista» (o, lo que realmente es negativo, de senderista), queda claro que no se está viendo ni en las formas ni en el fondo dicho comportamiento en el gobierno. Cuando las izquierdas de otros países se alegran de un gobierno «de izquierdas» en Perú (que, en comparación a los anteriores, lo es), debemos recordar algunas palabras como las que ahora dice el nuevo primer ministro:

«Que quede bien claro: nuestra política es de libre mercado, libre iniciativa económica, libre empresa, pero con participación del Estado para controlar los monopolios, los oligopolios y las posiciones dominantes. Esa es en síntesis la posición económica que tiene este Gobierno desde un inicio y así será (…) No nos podrán calificar de comunistas, pues no hemos realizado ningún acto que signifique esa ideología política de la cual no participamos y que muchas veces he explicado que eso no puede operar en nuestro país».

Lo que dice Torres, para bien o para mal, coincide con lo que el gobierno intenta, con las alianzas que tiene, y con la configuración de sus carteras. No es un gobierno comunista, no es un gobierno con agenda comunista y, si me apuran, con agenda de izquierdas o feminista.

Sí es un gobierno que decepcionará profundamente a sus votantes de base (a esos que le permitieron ganar en primera vuelta), pero, claro, eso se veía venir por el poco apoyo real (es imposible ejecutar un plan de gobierno cuando no se tiene apoyos en el legislativo).

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