El 7 de octubre de 2023 comenzó la debacle del judeo-sionismo

por Rubén Kotler

Hace mucho que vengo pensando que el sionismo nació de una expresión externa al judaísmo y que el judeo-sionismo será su propio enterrador. El 7 de octubre no comenzó una tragedia que ya lleva más de un siglo, pero si será un parteaguas en el mundo judío. Quizás me equivoco, pero observo que cada vez son más las voces judías que impugnan el proyecto sionista. El genocidio en puerta contra el pueblo palestino solo servirá para darle la estocada final como lo fue la Shoá con el nazismo. El 7 de octubre la milicia palestina dejó desnudo al rey que habita en el judeo-sionismo. Y lo dejó desnudo porque demostró que en más de 75 años ha formado un monstruo digno de un Frankestein que en vez de buscar la paz se asegura, patológicamente, contar con toda la furia guerrerista de los Estados opresores modernos.

El 7 de octubre no comenzó el actual mal llamado conflicto entre Israel y “Hamas”. Lo que sí se reafirmó, habiendo transcurrido ya más de 3 meses de bombardeos, muertes y destrucción en Gaza y una profundización represiva en Cisjordania con decenas de palestinos asesinados por las fuerzas israelíes, es que el proyecto sionista ha encontrado su límite y que muy posiblemente el desenlace sea su fin. ¿Cuándo? no lo sabemos. Solo sabemos que hoy estamos ante la presencia de una serpiente que muerde su propia cola, ante un rey desnudo que se niega a mirarse al espejo y que no conoce de salidas racionales y cuyo único recurso argumentativo que le queda es la excusa de la autodefensa, argumento que ya pocos creen, al menos al interior de los pueblos.

El judaísmo no nació como una religión o cosmovisión para colonizar otros pueblos. Tampoco es una expresión monolítica ajena a un mundo diverso y complejo. Pero lo que ha conseguido el sionismo a lo largo del S XX y lo que va del S XXI es una adhesión a una expresión supremacista de un complejo religioso que hoy se manifiesta en términos casi patológicos de amor incondicional a un pedazo de tierra. Lo peor que le pudo pasar al judaísmo no son las persecuciones antisemitas del medioevo, los pogromos rusos o el holocausto nazi, del cual sobrevivió con las armas humanistas con el que fue dotado durante siglos. Lo peor que le pudo pasar es abrazar unas ideas ajenas a lo religioso como lo es el nacionalismo enfermizo y colonizador y transformarlo en una nueva religión que incluso ha usurpado los estrados en los templos. El nacionalismo judío como cualquier otro nacionalismo, no escapa a la lógica del ser esencial de un grupo que se cree, en términos bíblicos, con una moral superior.

Hace unos meses escribía un texto que prometía ser el primero de varios a 30 años de los acuerdos de Oslo. Lo que siguió al 7 de octubre me frenó en esas reflexiones que recién ahora puedo retomar. La profundización de la agresión israelí contra el pueblo palestino y que lleva ya más de 25.000 palestinos asesinados, entre ellos más de 10.000 niños y niñas[i], me ha paralizado y mucho en mi capacidad de expresar en palabras el horror que presenciamos en vivo y en directo. Parálisis que solemos sufrir cuando nos detenemos a ver una tragedia en vivo y somos incapaces de intervenir para frenarla. La impotencia de saber que gente que uno conoce, apreciaba, a la que sentía familia, ha optado por defender la criminalidad de los actos en vez de buscar, desde una explicación racional y meditada, una reflexión calma que repudie los bombardeos del poderoso. Sin embargo poco a poco se levantan del letargo voces en Israel que exigen un alto el fuego inmediato. Aún marginales esas voces hacen ruido.

La novedad es que hoy el genocidio se transmite a través de eso llamado redes sociales en vivo y en directo. Judeo-sionistas del mundo clamando venganza, pidiendo a gritos el exterminio del pueblo palestino y celebrando el asesinato de niños y niñas, exigiendo al Estado criminal que cumpla la profecía bíblica de exterminar a los amalekitas. Y no es exageración, basta con mirar las redes y ver la celebración en algunos canales de Youtube donde sin ruborizarse algunos youtubers israelíes cuentan orgullosos que Israel está asesinando civiles.[1]

El horror del horror de ver a ex compañeros de escuela, a ex amigos con los que compartí una parte de mi vida, colegas de trabajo en la Universidad y hasta a familiares, clamar por venganza pues sostienen que una afrenta como la ocurrida el 7 de octubre solo es posible saldarla con una respuesta militar contundente a la que no llamarán genocidio, no sea cosa que vuelvan a vernos, a los judíos, como corderos que van al matadero. Claro que no admitirán que lo que Israel acomete contra los palestinos, y no desde el 7 de octubre de 2023, sino desde varias décadas antes, una violación sistemática de toda ley internacional relacionada con los DDHH y su protección. Piensan, ahogados por la propaganda sionista, que ahora los judíos tienen la fuerza de David y son machos cabríos capaces de eliminar a todos aquellos que pongan en peligro su existencia. Esta es al menos la lógica que parece apoderarse de las comunidades judeo-sionistas alrededor del mundo. ¿En nombre de qué dios se encomiendan para bendecir a un ejército que lleva adelante el genocidio?

Pero aún con todo este panorama, donde los miembros de las comunidades judeo-sionistas se imponen como hegemonía y repiten las mentiras y falsedades que se propalan desde Israel y sus embajadas, se fortalece cada vez más una posición judía contraria al sionismo y su pretendida representación de algo llamado el pueblo judío. Esas voces disidentes se multiplican como nunca. Aún somos insuficientes para torcer el rumbo pero son voces claras y contundentes, humanistas y racionales que van desde los que exigen el inmediato cese el fuego hasta los que rechazan aún por motivos religiosos el sionismo.

A quienes alguna vez vivimos dentro del sionismo con la creencia de una verdad revelada e inmutable y nos alejamos con duras posiciones contrarias, se nos llama traidores. A los traidores nos quieren callados y si fuera posible lo más lejos de cualquier templo judeo-sionista. En mi caso no creo en esencialismos y por lo tanto el “ser judío” no es una condición genética que me eleve por encima de una supuesta moral gentil. Soy judío porque soy hijo de una madre judía. Fin de la historia. Mis orígenes no están en esa tierra en disputa a la que el sionismo arrebató tras un doloroso proceso de expulsión, al pueblo palestino. Mis orígenes, insisto, no esencialistas, se encuentran en otra región del orbe, desde donde mis abuelos arribaron a territorio argentino a comienzos del S XX.

Y cuando veo las caras ensangrentadas de palestinos bombardeados en Gaza y miro las pilas de cadáveres producto de las bombas israelíes, veo a judíos y gitanos apilados en los campos de exterminio nazis. Del mismo modo que cuando veo a un jerarca de las llamadas Fuerzas de Defensa de Israel (IDF por sus siglas en inglés), veo a jerarcas nazis ordenando la ejecución, el encendido de las cámaras de gas.

Hoy las cámaras de gases del nazismo son aviones cazas y tanques de guerra Merkava, drones y cañones capaces con barrer en minutos con barrios enteros. Las bombas “inteligente” no distinguen a guerrilleros del Hamas con niños y niñas y destruyen todo lo que tienen a su alcance: escuelas, universidades, hospitales, mezquitas, barcazas de pesca, plantaciones, animales y sobre todo SERES HUMANOS a los que destruye, sembrando más ira y más odio en las víctimas.

Vuelvo a pensar que al día de hoy el descenso a los infiernos de una moral que clama sangre palestina no tiene vuelta a menos que las nuevas generaciones judeo-sionistas abran sus ojos, se acerquen a la nueva historiografía israelo-palestina que demuestra las mentiras de los mitos fundantes de Israel. La propaganda debe encontrar sus límites en la necesidad de ver en el palestino un igual, al que el judeo-sionismo le ha usurpado la tierra y parte de la cultura. ¿Qué se enseña en los templos judíos? ¿El odio al árabe? ¿A caso odian a quienes durante siglos dieron acogida en sus territorios? Porque antes del desembarco del sionismo al mundo judío, los judíos perseguidos en la Europa cristiana, eran protegidos por los pueblos árabes de todo el oriente, incluida la palestina otomana. Por eso hoy no resulta extraño que quienes más apoyan al proyecto sionista sean expresiones de la ultra derecha en el mundo: Bolsonaro, Milei, Abascal, Meloni y la lista sigue. El progresismo judeo-sionista no quiere abrir sus ojos y no lo quiere ver, por eso prefiere vilipendiar a la izquierda y abrazarse a estas expresiones de la derecha ultra, porque en definitiva lo que peligra, según sus narrativas, es la existencia del judaísmo. Nada más falaz.

Hoy en los templos judeo-sionistas se reza en favor del Ejército de Israel. Sí, en plegarias que deberían invocar la paz, se pide por soldados asesinos que no dudan en masacrar poblados palestinos. Porque no es un ejército de defensa, es un ejército criminal de asesinatos y destrucción. Pero insisto, esta historia que hoy parece no tener retorno no comenzó el 7 de octubre de 2023. Comenzó mucho antes, cuando occidente decidió repartirse oriente y prometió a los judeo-sionistas más influyentes un pedazo de tierra habitada. Porque si, Palestina estaba habitada mayoritariamente por otro pueblo, les guste o no a los propagandistas judeo-sionistas.

Es hora de romper con los mitos, de alzar lo más fuerte y contundentemente posible nuestras voces como judíos no sionistas. No por abrazar otro esencialismo moralista sino para contribuir a romper la hegemonía mayoritaria en las comunidades judeo-sionistas y conseguir que seamos cada vez más los que apoyamos a los oprimidos de esta historia, el pueblo palestino.

Es hoy, es ahora, es necesario, pero sobre todo, urgente. Seamos cada vez más voces, gritemos cada vez más fuerte como lo hicieron judíos en el Capitolio estadounidense, o como lo hace la agrupación Tucumán por Palestina, alguno de cuyos integrantes judíos alzan fuerte sus voces, o como Judíes x Palestina o la Red de Judíos Antisionistas, el IJAN. El rey está desnudo. Pongamos el espejo frente al rey. Y exijamos que abdique de una vez y para siempre. Por la paz. Pero sobre todo por la justicia con el pueblo palestino, los oprimidos en esta historia que ya lleva más de un siglo de oprobio. Insisto, es hoy, es ahora, es ya.


[1] Un Youtuber israelo-argentino, llamado Bacarí cuenta en uno de los videos que el Ejército de Israel está haciendo lo que debe hacer: destruir casas, matar civiles. Cuenta además con orgullo que su hijo participa de las acciones criminales en Gaza y lo hace recibiendo la bendición de rabinos ortodoxos que cruzan en su canal narrando porciones bíblicas que justifican la masacre. https://www.youtube.com/@BacarisueltoenIsrael


[i] A medida que escribo el presente texto las muertes en Gaza se multiplican y la sangre derramada crece corriendo por las callejuelas como un río bravo que no detiene su cauce y se choca con las lágrimas de padres y madres que lloran la muerte cruel de sus hijos.

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