Los asentamientos israelíes son ilegales

por José María Rodríguez Arias

Desde 1967 el Estado de Israel comenzó una larga estrategia de colonización de Palestina mediante la implantación de «asentamientos». La ONU en general y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), en particular, por enésima vez, recuerda la ilegalidad de esos asentamientos y la necesidad de su desmantelamiento. Esta vez la resolución 2334 (2016) del CSNU vio la luz (copia local en PDF) con la abstención de Estados Unidos y la aprobación del resto de los Estados miembros (nota de prensa).

Una resolución previa, la 1515 (2003), ya hablaba de esto, al ser parte de la Hoja de Ruta para la Paz impulsada por el Cuarteto y que Israel había aceptado; ahí se incluía claramente el desmantelamiento de todo asentamiento creado desde 2001 e impedir el llamado «crecimiento natural» de los previos a esa fecha. ¿En la práctica? Israel ha aumentado la construcción de estos asentamientos, confirmándolo como el método de conquista y humillación más lento conocido mientras la comunidad internacional «condena» pero, en el fondo, «permite que pase».

La solución, para la ONU, siempre ha estado en los dos Estados, y los asentamientos, por tanto, son un método de ocupación ilegítimo de un territorio de otro Estado que varía unas fronteras establecidas en 1967, que Israel invariablemente desconoce de forma clara, en tanto que realiza una política de expulsión y control de la población palestina para favorecer a la israelí.

En esta ocasión, y como suele hacer, el CSNU también da un tirón de orejas a la Autoridad Nacional Palestina, recordándole que la misma está obligada a impedir los atentados terroristas contra la población israelí, algo que más o menos repite varias veces.

Un par de párrafos de la resolución en cuestión:

«Reitera su exigencia de que Israel ponga fin de inmediato y por completo a todas las actividades de asentamiento en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén Oriental, y que respete plenamente todas sus obligaciones jurídicas a ese respecto;

Subraya que no reconocerá ningún cambio a las líneas del 4 de junio de 1967, incluso en lo que respecta a Jerusalén, que no sean los acordados por las partes mediante negociaciones;

Destaca que la cesación completa de todas las actividades israelíes de asentamiento es fundamental para salvaguardar la solución biestatal, y pide que se adopten de inmediato medidas positivas para invertir las tendencias negativas sobre el terreno que están haciendo peligrar la solución biestatal[.]»

El principal problema de todas estas resoluciones, vinculantes para las partes en conflicto, es que su incumplimiento no tiene ningún tipo de consecuencias. Y eso estaría bien si una de las partes no estuviera históricamente empeñada en desacatar las resoluciones emanadas por el CSNU. Esto es, si solo habláramos de una o dos o de temas recientes, no sería algo raro que la ONU fuera con tiento y simplemente elevara el contenido de los exhortos, reiteros y demás, pero, en la práctica, vemos más de cuarenta años de desafío a la legalidad internacional, y no solo por las resoluciones del CSNU sino por todo el cuerpo jurídico de cómo tratar a otro ser humano, condición que en la práctica Israel niega a los palestinos.

No solamente incumplen, sino que amenazan a quienes han votado a favor de la resolución. En La Vanguardia encontramos un rápido resumen de la reacción israelí:

«Netanyahu ha calificado la resolución de “vergonzosa, negligente y destructiva” y dijo que espera trabajar con el gobierno de Trump y sus aliados en el Congreso para mitigar el daño. Netanyahu convocó a los embajadores de Israel en Nueva Zelanda y Senegal –dos de los cuatro auspiciantes de la resolución– y redujo en 7,5 millones de euros los fondos que aporta a instituciones de la ONU.

Se convocó a reuniones a los embajadores en países que integran el Consejo de Seguridad. El ministro de Educación, Naftali Bennett, cuyo partido La Casa Judía se opone a la creación de un estado palestino, ha dicho que Israel debería anexar Cisjordania, pero Netanyahu ordenó a los ministros que abandonaran toda mención a una anexión por ahora.»

A la par, siempre les gusta recordar que son «el único país democrático de la zona»; es difícil pensar en una democracia que no cumple con las obligaciones propias de las convenciones de derechos humanos y que sistemáticamente aplasta a otro colectivo, porque es lo que hacen fundamentalmente con los asentamientos, y esa es la cara más visible de una represión global contra todo un pueblo.

Por menos (por mucho menos) el propio CSNU ha ordenado intervenciones armadas, a Israel no se le pone siquiera una sanción económica (incluso vemos cómo Israel «sanciona» a la propia ONU reduciendo su aportación económica).

Una de las razones de este eterno problema es que Estados Unidos, miembro permanente del CSNU con derecho a veto, está y ha estado al lado de Israel de forma ciega y continua. De vez en cuando «permiten» este tipo de resoluciones, puesto que el incumplimiento de Israel es demasiado grosero para dejarlo pasar, pero bien que se cuidan que no tengan una parte sancionadora (como buena parte de resoluciones del CSNU) y no se impongan medidas de todo tipo.

De hecho, ha resultado un tanto sorprendente que el CSNU tomara esta decisión, una resolución parecida se intentó aprobar en 2011 y se encontró con el veto de Obama, el mismo presidente que dio luz verde esta vez para que su país se abstuviera (la única abstención en el consejo, cabe recordar). También es cierto que las declaraciones y algunas políticas de Obama han enfadado al poco dispuesto a negociar Netanyahu (cualquier respuesta que no sea acorde al cien por ciento de lo que él dice, lo toma como una afrenta del enemigo).

El presidente electo (y pronto formal), en cambio, está con los intereses de Israel de forma más contundente, no podemos obviar que ya ha maniobrado en favor de dicho país, presionando a Egipto para que retirara un texto de resolución (que finalmente fue presentado por otros países y aprobado por el CSNU). Sanz recoge en El País la postura de Donald Trump, que ocupará la Casa Blanca desde el próximo 20 de enero:

«Trump está considerado como más favorable a Israel que Obama después de había prometido durante la campaña electoral que ordenará trasladar de Tel Aviv a Jerusalén la Embajada norteamericana, una decisión que puede desencadenar una ola de inestabilidad en Oriente Próximo. El presidente electo defendió sin rodeos el jueves que Washington debe usar su veto para bloquear la propuesta contra los asentamientos. «La resolución que se está considerando en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con respecto a Israel debería ser vetada», dijo a través de Twitter. De ser aprobada, argumentó más tarde en un comunicado, «situaría a Israel en una posición muy débil para negociar (…) La paz entre israelíes y palestinos solo llegará a través de un acuerdo negociado por ambas partes y no por las imposiciones de Naciones Unidas”.»

Otra vez la ONU, el CSNU en concreto, condenan la actividad de Israel con respecto a los asentamientos, otra vez Israel dice que no cumplirá nada, más aún, que irá en contra del propio texto y «castigará» a quienes votaron en contra de ellos, otra vez la Casa Blanca tendrá un presidente que se pondrá al lado de Israel y, otra vez, veremos que Israel se saldrá con la suya sin que el CSNU ponga la más mínima sanción real. Espero equivocarme…

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