¿Estamos en la resistencia?

por Pablo Pozzi

Caramba, la izquierda está teniendo un ataque de sobreactividad, entre participar en diversas luchas y debatir (a veces acremente) la política a desarrollar frente al nuevo Gobierno. Y eso que son vacaciones. Corren de un lado, corren del otro, hacen declaraciones, opinan y salen en los medios. Creo que los únicos que tienen más gasto de energía son los kirchneristas que hacen una movilización semanal, más acampes, protestas, reuniones y encima me llenan Internet con declaraciones, chistes pesados y comentarios indignados. El problema central, para un tipo sin partido como yo, es me quedo con la sensación de poco debate, mucha chicana, y falta de políticas concretas hacia el conjunto de la población. Y eso me preocupa mucho, porque si la izquierda no tiene política, si el populismo se demostró un desastre, entonces lo que le queda al individuo de a pie es alinearse con la derecha en la esperanza que por lo menos ordenen las cosas y que no le toque lo peor del ajuste.

Bueno, en realidad soy injusto. No es TODA la izquierda. Razón y Revolución y un par de grupos más si han producido propuestas bien concretitas a partir de reivindicar la independencia de clase, o sea ni con Macri ni con los K. Pero el PO, PTS, IS y algunos otros no han desarrollado una política muy clara para el momento. O eso me parece a mí. Por otro lado, si bien en la percepción popular si lo son, también se puede discutir si grupos como Pueblo en Marcha son «de izquierda», y ni hablar que gente como AyL, el MST y el PC nos tienen bastante acostumbrados a que son el ala izquierda del sistema. Así como muchos de los organismos de derechos humanos y unos cuantos movimientos sociales se alinearon hace rato con los K en forma acrítica.

Mi sorpresa es, indudablemente, con el PTS, y en menor grado Izquierda Socialista, digamos dos de las tres patas del FIT. Yo nunca entendí muy bien porqué los PTS primero votaron junto a los K las 90 leyes que metieron en el Congreso a último minuto… ohhh yes, las votaron, no es que sólo dieron quórum sino que parecía que se hubieran alineado con Cristina. Ante las críticas, el ex candidato a Presidente por el FIT, Del Caño (PTS), explicó que no entendía por qué se los cuestionaba si en realidad no había nada que explicar. Me pareció una respuesta floja, por lo menos. Si había críticas era obvio que lo hecho no estaba claro y había que explicarlo y dar la discusión. Tampoco sus diputados participaron de la asunción del nuevo presidente. De ahí Del Caño y Bregman anunciaron que no había que reunirse con Macri. Aclararon que: «No vamos a legitimar al Gobierno que se apresta a ajustar por decreto a los trabajadores». Por qué reunirse implicaba un aval es algo que le escapa a mi zabeca. ¿Por qué no usar la posibilidad para denunciar y plantear una agenda obrera y socialista? Al fin y al cabo eso es lo que hizo Myriam Bregman cuando fue a «6-7-8» y está perfecto. Claro, puede ser que como buen reformista me encuentre seducido por el pensamiento lógico y espere un comportamiento coherente.

Pero si eso me confundió, lo que siguió me dio la sensación de que se estaban a la deriva. La Izquierda Diario (LID) llamó a «organizar la resistencia». Más allá de la similitud con la consigna de La Cámpora hace solo un mes, esto merece una breve reflexión. En realidad la ofensiva del gran capital (o sea las políticas neoliberales) se viene desarrollando con diversas tácticas desde el menemismo. Nadie habló de «resistencia» en 1991, quizás porque era un gobierno peronista. Hablar de eso ahora implica una caracterización de un cambio cualitativo en esa ofensiva. Si esto es así, si la elección de Macri implica un nuevo avance acorazado del gran capital, entonces deberíamos autocriticarnos por haber llamado al voto en blanco. Si el nuevo Gobierno implica el comienzo de la resistencia, deberíamos haber votado a Scioli y los K como mal menor, o como representantes de ciertos resquicios de voluntad popular. Francamente, yo insisto que tanto uno como el otro iban a llevar adelante políticas similares, como señaló Mario Blejer economista de Scioli. Sobre todo porque es la política del gran capital y no sólo la de Macri.

Ahora si estamos en «la resistencia» entonces se entiende por qué los muchachos se movilizaron junto con los K en defensa de Milagro Sala, de Víctor Hugo Morales, de los trabajadores del Grupo 23, de los investigadores y empleados del CONICET, de los prescindidos del Congreso. Un poco más y había que incluir en la lista los comisarios generales de la Policía Bonaerense pasados a retiro. Pero si bien esto es una chicana barata, e injusta con los compañeros, tiene un dejo de verdad. Y encima contrasta con su denodada participación en diversas luchas obreras. Sobre todo porque también se movilizaron correctamente en apoyo a los petroleros de Comodoro Rivadavia y los obreros de Fernet Branca en Buenos Aires, pero ahora sin los K. Todo mientras los legisladores K en Córdoba votaban en contra de las iniciativas del FIT. Aún más preocupante es que en varios casos como el de Sala o de VH Morales, ni siquiera se nota que la izquierda (otra vez con honrosas excepciones) tenga una propuesta diferenciada: no se puede salir a «defender» a cuanto pirata hay sin plantear una cuidadosa y profunda explicación que primero cohesione a la militancia, luego a la periferia y por último a las personas en general. Durante años la izquierda dijo muy poco sobre las prácticas clientelares y el patoterismo corrupto de Milagro Sala, ¿y ahora salta en su defensa? La razón esgrimida es que la detienen utilizando legislación que limita la protesta social. Pero lo que le queda a mis vecinos es que se mezcla el derecho a protestar con el derecho de una empresaria lumpen a seguir haciendo un uso infame del racismo y la discriminación para robarle y oprimir a los más humildes. Y que quede claro: no estoy diciendo que Gerardo Morales y el gobierno de Cambiemos ha detenido a Milagro Sala porque son «buenitos» y menos aun porque les preocupa el bienestar de los jujeños. La realidad es que Gerardo Morales quiere desmontar un estado paralelo al suyo. O sea, quiere ser como Milagro pero con pantalones. Eso no justifica que la izquierda, entre dos infames, tenga que optar por uno. Y menos aun si la pelea es entre dos sectores burgueses. Podría muy bien condenar a ambos y reivindicar la independencia obrera. Por ejemplo, podría plantear la creación de un ente elegido por los cooperativistas que reciba y distribuya los dineros que se obtienen, sin la mediación de políticos clientelistas. O podría participar de la movilización repudiando a la ley represora, con consignas propias como propone Razón y Revolución (18 de enero a las 11:12).

Ni hablar de Víctor Hugo. Durante años la izquierda hizo muy poco para oponerse a la utilización sesgada y el incumplimiento de las partes progresistas de la Ley de Medios, supongo que por miedo a quedar pegado con Klarín y La Nazión. Ahora, porque un empresario K decide prescindir de un mercenario político de cuarta ¿es censura? Ya explicó bien Rubén Kotler que podrá ser injusto pero que no es censura. Y la injusticia tiene que ver con que se demuestre que VHM fue despedido debido a presiones gubernamentales, cosa que hasta ahora no ocurrió. Es más, si bien los K argumentan que la censura es la política de este gobierno («tratan de callarnos») la realidad es que desde VHM hasta programas como «678» tienen problemas porque se redujo la pauta publicitaria gubernamental. Digamos, lo mismo que los K le hicieron a Editorial Perfil (que quede en claro, no son santos de mi devoción). Creo que nadie en la izquierda hubiera llamado a defender a Perfil y Fontevecchia (bueno, siempre hay gente que me sorprende). La diferencia debería quedar más que clara cuando VHM planteó que «si me dejan el programa no hay más problema». O sea, si él zafa entonces el gobierno es buenito, y hay libertad de expresión. El problema es que la imagen que damos es una por la que VHM es lo mismo que los petroleros, los de Fernet, los muchachos de Cresta Roja o de tantas otras empresas que son despedidos en serio como parte de la ofensiva del capital.

Le pregunté por qué a un amigo del PTS, y hasta lo chicaneé con que iban a defender a los comisarios. Me chicaneó de vuelta: «Los comisarios no llenan plazas». Fue una forma educada de mandarme a la mierda, supongo. Pero la realidad es que a mí ni se me hubiera ocurrido. Y todo chiste revela un trasfondo de verdad, diría mi locóloga. O sea, ¿como VHM y Milagrito logran mover 10 mil tipos, entonces los apoyamos? Yo creo que hay que defender las fuentes de trabajo de los obreros patagónicos, pero no al fraudulento y corrupto Lázaro Báez. Y también hay que dejarle en claro a los compañeros patagónicos que las empresas de Baéz no sólo los precarizaban sino que precarizaban a miles de otros, no patagónicos, saqueando a la población a través de la corrupción K. No se trata simplemente de «defender a los compañeros», sino también que tengan conciencia de que son parte de un todo y que la solución de su problema no es simplemente darle más subsidios a Báez. En el mejor de los casos eso es pan para hoy hambre para mañana, en el peor pone a trabajadores de un lado en contra de los de otro. Y ni hablar que buena parte de los subsidios se los embolsaría el bueno de Báez. En cambio, una propuesta posible es expropiar a Báez, y con esos miles de millones crear una empresa petrolera autogestionada por los trabajadores.

Como este hay pilas de ejemplos. ¿Qué hacer en el caso del puntero Pitu Salvatierra que, parece, se «desempeñaba» en el Ministerio de Seguridad por 24 mil pesitos mensuales como administrativo «sin tareas asignadas»? Yo no creo que haya que defenderlo, sobre todo porque su sueldo implica que otros trabajadores que si trabajan son saqueados.

Otro amigo me dijo: «Con el diablo y su abuela, para defender las libertades democráticas de los explotados y oprimidos». Cómo la defensa de Milagro y de VHM, sin consignas propias, defiende a los oprimidos es algo que se me escapa. Y agregó: «Fuimos a las movilizaciones de Moyano porque tenían reivindicaciones sentidas por la clase». ¿Y cuáles son estas reivindicaciones sentidas por los trabajadores en el caso de Milagro Sala o de VHM o en el de los «empleados» del Congreso? Silencio. Para él Milagro Sala es un «caso testigo», olvidando que «tumulto al haberse alzado en contra de decisiones gubernamentales» (artículos 209 y 230 del Título VIII «Delitos contra orden público» del Código Penal aprobado en 1984 y actualizado en 2006 en pleno gobierno K) es algo que se viene aplicando desde hace añares a los activistas populares (de hecho se remonta a la legislación represiva del Proyecto Piñero de 1891 y ratificada en diversas formas por todos los gobiernos sucesivos). Creo que es central a la izquierda oponerse a las injusticias y defender las libertades populares pero siempre a partir de propuestas que reivindiquen la independencia de clase. Pero también creo que una cosa es cuestionar leyes represivas (insisto que existían en época K) y otra muy distinta convertir a una explotadora en un caso testigo y mártir de la izquierda. No es con cualquier Dios ni con cualquier diablo, sino cuando esto permite hacer avanzar hacia la revolución social.

¿Qué pasó con la izquierda que tuvo la capacidad y voluntad de plantear una posición independiente durante la crisis del campo? De «ni con el campo ni con los K» a «siempre con los K» es un largo trecho. ¿Y qué pasó con los viejos militantes setentistas? Callaron durante los desmanes K, pero ahora se movilizan en su defensa. Quizás parte de la respuesta se encuentra en la historia. Esta revela que la situación no es nueva. O sea, no es de ahora, sino que hay tendencias que son viejas por no decir viejísimas. La izquierda, desde 1946 y la Unión Democrática, siempre tendió a ser timorata con el peronismo, con la honorable excepción de algunas organizaciones e individuos de los setenta como PRT-ERP, Socialismo Revolucionario, el clasismo, Pedro Milesi, Horacio Zamboni y Agustín Tosco. Santucho insistía que «el peronismo es de izquierda en el llano y de derecha en el gobierno». Pero muchos otros no coincidían, por lo menos públicamente. Desde el «entrismo» trotskista de Nahuel Moreno y el Vasco Bengochea, hasta el PC de Athos Fava y las FAR de Carlos Olmedo, muchos compraron que «el pueblo es peronista» por lo que había que «pegarse a ellos». Casi todos aceptaron que había sido un error tanto la unidad antifascista del PCA como la independencia del anarquismo y el trotskismo en 1946. Lejos de dar la lucha principista y promover las ideas revolucionarias, muchos izquierdistas prefirieron tratar de «influir» para que el peronismo se «moviera a la izquierda». Y así definieron que había peronistas buenos y malos. Los buenos eran como Atilio López, que mandó a la policía de Córdoba a reprimir el Tampierazo de 1973. Los malos eran los burócratas y la «derecha» peronista. Y nunca aceptaron que el peronismo es de derecha, y aún sus sectores progres se encuentran atrapados por la lógica que impuso Perón. López Rega y la Triple A no fueron una aberración sino una consecuencia lógica de la ideología peronista. Como señaló Miguel Bonasso, la Triple A encuentra sus orígenes en el llamado del General a conformar un «somatén». Perón vino para frenar el avance de la izquierda, y no lo digo yo sino que lo dijo él en numerosas ocasiones. El resultado fue que muchos izquierdistas contribuyeron a mantener la confusión, y en vez de mover al peronismo a la izquierda fue la izquierda la que se movió a la derecha.

¿Y ahora? Muchos han aceptado el discurso K sin examinarlo de fondo. Así la política derechos humanos de los Kirchner es más importante que la destrucción de una sociedad. Como Milagro Sala dice que la discriminan por colla, no se preguntan por qué los Qom eran perseguidos o por qué sobreexplotaba a sus obreros también collas. Como se hacían Archivos de la Memoria tampoco se preguntaban sobre la corrupción en los organismos, o que el hambre también niega los derechos humanos en forma más masiva y opresora. Y encima hay más de uno que parece padecer de amnesia: Macri es continuidad con la era K, no ruptura a menos que seas uno de la exigua minoría que se benefició y mucho en cuyo caso la posibilidad de volver a vivir con los problemas del común de la gente es ruptura. Como el PCA en 1956, o el morenismo poco después, y tantos otros desde entonces, diversos sectores de izquierda quieren «aprovechar» el momento para captar a la «gran masa peronista». El resultado es un corrimiento a la derecha y una dilución del ideario de la izquierda. Otro resultado, tan importante o más que el primero, es que tiende a legitimar las medidas neoliberales del gobierno macrista. Si meter a Milagro Sala en la cárcel es «ilegalizar la protesta», entonces la movilización de Sala y su banda clientelar es lo mismo que los muchachos de Cresta Roja, Lear, Madygraf o los miles de personas que están siendo despedidas injustamente o detenidas por «instigación a cometer ilícitos». Y de paso cañazo: nos movilizamos juntito con los mismos tipos que hace solo un par de meses reprimían cuanta movilización obrera había mandando a la Gendarmería. ¿O nos olvidamos de lo que pasó en Lear, en Kraft y en tantos pero tantos otros lados?

Y de repente Macri y sus ajustadores se quedan con las banderas que reivindica buena parte de la sociedad. Así el nuevo gobierno muestra índices de aprobación altísimos. Y encima les permitimos que oculten sus fines tras políticas sentidas por la población. Por ejemplo, el nuevo presidente del Archivo Nacional de la Memoria anuló la designación al frente de ese organismo del nieto restituido y ex diputado kirchnerista, Horacio Pietragalla Corti, que se había efectuado cuatro días antes de la finalización del mandato de Cristina Fernández. La causa fue que «no responde a un proceso de selección abierto y de evaluación de antecedentes del candidato propuesto, sino que su elección y designación responde únicamente a una decisión del Poder Ejecutivo Nacional, resultando por lo tanto un cargo de conducción política que debe adecuarse a los lineamientos fijados por aquél». Yo reivindico el mérito y los concursos transparentes para llegar a cualquier cargo. Y me importa poco si la persona es nieta o hija de desaparecidos, si es zurda o derechosa. Creo firmemente que Pietragalla tiene los mismos derechos que el hijo de cualquier vecino, y el hecho que la dictadura salvaje y represora asesinara a sus padres no le otorga ningún mérito especial. ¿El macrismo no tiene clientes, ñoquis, y acomodados? Obvio que sí. Y estoy en contra de éstos no porque son macristas, sino porque la injusticia y la corrupción son algo que niega todo el ideario de una sociedad mejor. Me opuse a ella cuando se ejercía en la URSS, y sigo en contra cuando la impulsa el «socialismo del siglo XX» (que tiene poco y nada de socialismo). Quizás es que la izquierda es cada vez menos izquierda y más reformista. Y quizás es que, en la Argentina, todos somos en última instancia peronistas.

Como me dijo un amigo: «Tu postura (la mía, obvio) le hace el caldo gordo al macrismo, que es el enemigo principal». Caramba medio siglo de zurdito para descubrir que soy funcional a la derecha, aunque por ahí tiene razón y eso siempre es un peligro. Pero mi única respuesta es que yo estoy con la clase obrera, en las buenas y en las malas. O sea, puedo estar con «el diablo y su abuela» pero siempre planteando la independencia de la clase a través de propuestas que la reflejen y la refuercen. En realidad mi amigo me recordó a los stalinistas que rechazaban toda crítica porque «ayudaba al imperialismo». Y así la izquierda se encontró avalando crímenes horrendos. En realidad el enemigo principal es la burguesía y que utiliza a los partidos políticos tradicionales, a los militares y la Iglesia en función de sus intereses. Más allá del discurso la política socioeconómica de los K era neoliberal y una continuidad de la que instauró el también peronista Carlos Menem. Y en el 2003, ante un estado colapsado y una crisis con potencial de grandes cambios sociales, utilizaron a Néstor (y al peronismo) para relegitimar su dominación. A cambio de eso aceptaron las corruptelas, la ineficiencia y el debilitamiento del Estado en todo menos su capacidad represiva. Hoy se trata de reorganizar al Estado para hacer la explotación más eficiente. Y por ende han recurrido a Macri y Cambiemos. Y en el fondo el neoliberalismo continúa su camino ininterrumpido. ¿Hay que oponerse a las políticas macristas? Indudablemente, porque implican mayores niveles de pauperización para los trabajadores. Pero esta oposición no puede ser legitimando a los K, que han sido antiobreros, procapitalistas, durante doce años. La postura de la izquierda debería ser «ni con Macri ni con los K», reivindicando en todo momento la independencia de clase. Esto fue lo que articuló la postura del PTS en 2008 ante el conflicto del campo. Y eso fue a pesar de las presiones, y de la insistencia del aparato mediático kirchnerista de que la izquierda «es irrelevante». Lejos de eso, «ni con los K ni con el campo» permitió articular una postura de principios que subyace a la creación y al crecimiento del FIT. En síntesis, a diferencia del PO, yo no creo que estos sectores de la izquierda sean un furgón de cola de los K. Si creo que el FIT lo que parece revelar es una carencia de políticas de y para los trabajadores. Esta carencia se sustituye con «luchismo», pero con eso sólo no alcanza. Es más aún, en vez de hacer crecer al FIT amenaza con destruirlo.

Yo creo que la crítica es saludable, sobre todo para la izquierda. Es más creo que es una parte intrínseca de una identidad de izquierda. Ser de izquierda, para mí, no es simplemente repetir a Marx (o a cualquier otro) hasta el cansancio). Tiene que ver con una sociedad mejor, donde son los trabajadores los que ejercen el poder, controlan su destino, llevan adelante el quehacer social tanto cultural como económico. Eso implica que lo central de una política de izquierda es la independencia de clase.

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5 thoughts on “¿Estamos en la resistencia?”

  1. Querido compañero y amigo coincido en casi todo con tu planteo.-
    Reivindico sin embargo el pensamiento de Alicia Eguren y John William Cooke con los que milite en los 60 y creo que en aquellos años el peronismo era «el hecho maldito del país burgués».-
    Luego la gran burguesía copto a este Movimiento y lo convirtió en los que es hoy «una sociedad de negocios» dispuesta a llevar adelante el modelo económicos y cultural de esta.-
    A lo que se suma que ha introducido la narcopolítica en el país y manipulado la historia para justificar sus latrocinios.-
    Pienso ,además ,que el modelo dominante es el que impuso el Terrorismo de Estado en 1976 que en lo económico diseño Martínez de Hoz y que los gobiernos post dictatoriales ,con excepción del corto período de Grispun ,
    no lo alteraron en lo mas mínimo.-
    Mas allá de estas reflexiones considero que lo tuyo es un claro aporte al debate que nos debemos.-
    Abrazos fuertes.-
    Manuel Justo Gaggero

  2. Tenes bastante razón. El Gordo Cooke, Alicia Eguren y la revista Compañero dieron una denodada batalla que, eventualmente perdieron. Mi impresión es que tenían mucha claridad sobre el problema y los adverso de la lucha. Al igual que Domingo Blajakis y algunos otros. A veces mi bronca actual no deja bien reflejar los matices.

  3. Queridos compañeros
    Mi opinión es que la detención de Milagro Salas está motivada por las cosas buenas que hizo, y no por sus defectos, probablemente numerosos.
    Por lo tanto corresponde exigir la libertad incondicional de la citada dirigente, y no caer en la provocación montada por el gobierno fascistoide de la provincia de Jujuy. Con ella en libertad, podremos continuar con la polémica.
    Un abrazo a todos
    PEDRO CAZES CAMARERO

  4. Yo no los vi

    “No los vi marchar cada vez que nos cagaban a palos ustedes. Yo no los vi marchar cada vez que la policía de Aníbal nos cagaba a palos. He estado en todas las marchas, yo no los vi marchar cuando -todavía está imputado Berni por eso- llevaron a 80 detenidos obreros de la Panamericana a Campo de Mayo. No los vi cuando le pegó a la compañera de HIJOS el gendarme carancho”. La interpelación subió de tono y Soares interrogó: “¿Cómo? ¿Ahora marchamos por Milagro Sala?, ¿y durante 12 años que nos estuvieron cagando a palos? 12 años al frente, a la cabeza con la gendarmería. No vi a ninguno, ¿por qué no marchaban? Porque eran los que nos cagaban a palos. Ellos, muchos de ellos, eran funcionarios”.
    “He defendido a muchos de los que hoy estuvieron en la plaza y los seguiré defendiendo. Puedo defender a cualquier compañero que considero que se lo merece, pero no seamos hipócritas”. Soares volvió sobre la figura de Sala fuera de la carátula aplicada en esta oportunidad: “Es una dirigente de la derecha, es una lumpen, una mina que estuvo durante estos 12 años reprimiendo. Ni siquiera hablo del choreo, hablo de la represión, de marchar con la policía, de ir a pegarle a los obreros, eso es Milagro Sala. Yo si fuera la izquierda, no marcharía”.

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