«No somos todos iguales»

por Pablo Pozzi

Hay temas que son complicados en parte porque se involucran con los sentimientos, y en parte porque no son de fácil resolución política. Hebe es uno de esos temas; los derechos humanos es otro. Encima leo y escucho versiones encontradas por todos lados: están los que dicen que es culpable; los que dicen que es perseguida; los que la sindican como corrupta, traidora, vendida; los que insisten en que es un símbolo más allá del bien y del mal; los que claman porque sea metida en la cárcel (antes de ser declarada culpable), y los que ven todo como una conspiración de la derecha gorila y golpista. Para uno “solo el pueblo organizado y luchando tiene capacidad de juzgar a Hebe”. Para María Victoria Moyano “a los represores se les da domiciliaria, consideran que no está bien que se monte un operativo impresionante (para detener a Hebe)… hay que defender a Hebe, de ninguna manera podemos permitir que la juzguen quienes vienen de absolver genocidas”. Eso sería cierto y correcto si Hebe fuera una compañera, pero ¿lo es?

En cambio, el viernes pasado fuimos a un asado con una cantidad de vecinos, casi todos docentes o de Luz y Fuerza. Para ellos no había duda alguna: Hebe era menos importante que las Olimpíadas. Aun así, casi todos la creían culpable, pero no de ahora sino desde el juicio de Sergio Schoklender y “Sueños Compartidos”. Y yo no sabía qué decirles. Sobre todo porque Hebe siempre fue la misma.

La conocí hace más o menos 37 o 38 años, con lo cual quiero decir que hasta la memoria a veces se me hace borrosa. Debe haber sido fines de 1978 o algo así como febrero o marzo de 1979 (me acuerdo porque hacía bastante frío), cinco “Madres” habían ido a Estados Unidos, acompañadas por Emilio Mignone, y yo fui uno de los que las recibió en Nueva York. Estuvieron unos días y las acompañamos a todos lados. A mí me tocó hacer de acompañante/traductor en varias citas, sobre todo una con el New York Times. Creo que la gira salió muy bien, sobre todo porque las Madres se complementaban entre ellas. Para nosotros Chela Mignone era la “señora fina”, Norita “la pensante”, Lilia Orfanó era “la militante”, María del Rosario era “todo corazón”, y Hebe era algo así como “la generala”. Nosotros nos identificamos con ellas como si fueran nuestras madres, pero cada uno tenía su favorita, y también la que le caía “menos bien”. A mí me gustaba, mucho, María del Rosario Cerruti, en cambio a varias compañeras como la Negra Paula o María Eva eran devotas de Hebe. A mí Hebe me generaba cierto rechazo porque era muy “mandona”, y además porque me recordaba a mi Nonno que fue un energúmeno.  De todas maneras, hicimos de su lucha la nuestra: presentamos proyectos para conseguirles fondos, organizamos actos en apoyo, y no sé cuántas cosas más.

Cuando volví a la Argentina me encontré con Hebe en la ronda de los jueves. Me abrazó, y acto seguido empezó a darme órdenes. Como empecé a discutirlas de repente se dio vuelta y me dejó con las palabras en la boca. La vi varias veces más, pero como chocábamos de lo lindo, cada uno siguió su camino. Nos volvimos a cruzar muchas veces, de hecho yo di varios cursos en la Universidad de las Madres pero me fui solito antes de las expulsiones de fines del 2001. Me habían entrevistado para el diario de las Madres y entre otras cosas hice una crítica de Hugo Chávez. Cuando lo publicaron, todas las partes donde yo no coincidía con la línea oficial, habían desaparecido. Me fui calladito, y decidí nunca más trabajar con gente que podía censurarte igualito que la derecha.

Y he aquí parte de mi problema: me fui calladito. En realidad, y a diferencia de Néstor Kohan o Rolo Astarita, que mal o bien hicieron públicas sus diferencias, siempre dudé de decir nada por eso de “hacerle el juego a la derecha”. En realidad el que le hice el juego fui yo. Cada vez que Hebe decía o hacía una barbaridad, cada vez que purgaba gente, o que ejercía su autoritarismo, cada vez que nos enterábamos de corruptelas y/o corrupciones, nuestro silencio le iba dando armas a la derecha. Sobre todo porque el día que lanzaran su ofensiva, como están haciendo ahora, el pasado de Hebe la iba a condenar. Y con ella nos iban a condenar a nosotros. Y en eso somos muchos los culpables. Hoy en día salen chanchullos y problemas mil que callamos antes. Inclusive, muchos compañeros rechazaron ser solidarios con los trabajadores súper explotados de Sueños Compartidos porque “estaban atacando a las Madres”. Ni hablar de que nos aguantamos a un tipo tenebroso, acusado de hostigador sexual y corrupto al frente de la UMPM durante años.

Coincido con los que dicen que la debería juzgar el pueblo organizado. El problema es que el pueblo organizado somos nosotros y no lo hemos hecho. ¿O en realidad quieren decir que lo haremos cuando venga la Revolución? ¿Hasta ese entonces nos vamos a callar ante las cosas que hace gente como Hebe? Son escasas, y muy ocasionales, las voces que se han parado en los últimos 38 años a disentir o condenar las barbaridades políticas y personales que ha hecho Hebe. Es más, cuando condenó como “vendidos” a muchos ex presos políticos por aceptar la indemnización del Estado, fue algo obsceno y sin corazón, y sobre todo sin considerar que muchos de esos compañeros no tenían nada de qué vivir. Y una vez más nos callamos. Al igual que cuando se separaron las Madres Línea Fundadora, muchos dudamos si “las fraccionalistas” no le hacían el juego a la derecha. La realidad es que nos callamos durante años, y en ese proceso la impunidad y los excesos de Hebe y sus acólitos fueron in crescendo. Me recuerda a mis años mozos cuando no se podían hacerle críticas a la Unión Soviética porque era apoyar al imperialismo.

Creo que hay que repensar todo. Hebe es, probablemente, culpable de todo lo que le imputan y de mucho más. Creo que deberíamos ser los primeros en condenarla si estamos convencidos de ello. Si no lo hacemos entonces, los mismos jueces que no quisieron juzgarla en la corrupta era K, y que ahora están perfectamente dispuestos a hacerlo “a menos que venga un mejor negocio por el camino”, sacarán provecho del tema. En ese proceso nos van a ensuciar a todos. El argumento de la derecha es que si Hebe es corrupta entonces todos los que queremos un mundo mejor lo somos. Y eso hace impacto en la gente común. Es la gente común la que es nuestro interlocutor privilegiado, a pesar de que para muchos compañeros el eje sea el micromundo de la izquierda. En esto los Cambiemos la tienen clarísima: su política comunicacional (así llamada) avanza sólidamente hacia desprestigiar a la izquierda en general y ante las masas. En esto han sido ayudados terriblemente por los K que han bastardeado nuestras banderas, y se han vendido a los peores intereses. Hebe no escapa de eso, porque todos sabemos que ha sido corrupta y autoritaria. Quizás no en el sentido de enriquecimiento personal, como puede ser Julio De Vido, pero si en el sentido de traficar con principios e ideas a cambio de poder absoluto en su área. Cuando Norita Cortiñas dice que la están juzgando como empresaria y no por su desempeño en derechos humanos, es cierto sólo en parte. Ambos son inescindibles. Y la realidad es que Hebe no fue la única en la era K que fue corrompida. Son bastantes los ex compañeros que convirtieron la militancia y los derechos humanos en su negocio personal. Y tanto la derecha como los K utilizan el nexo empresaria y derechos humanos de Hebe para fines políticos que están lejos de los intereses del conjunto de los trabajadores.

Hebe se corrompió porque la dejamos hacerlo. Y cuando Victoria Moyano dice que “aun así hay que defenderla”, me recuerda a los stalinistas que insistían que no había opción entre imperialismo y burocracia soviética. Yo creo que si tenemos alternativa: la de los principios, y la de decir bien fuerte que si un compañero se corrompe o traiciona que lo vamos a condenar porque ya no es más compañero. Hebe no es compañera, como no lo es De Vido, o José López, o tantos otros. Y por ende no merecen nuestra defensa. Lo que merecen es nuestra condena. Y eso no implica avalar de ninguna manera o forma una seudo justicia, mercenaria, parcial, e injusta como la del Estado argentino. En realidad, el juez Martínez de Giorgi es tan corrupto como Hebe… la diferencia es que a Hebe la condenamos nosotros, y lo que haga Martínez de Giorgi (o no) es problema de ellos.

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5 thoughts on “«No somos todos iguales»”

  1. Estuve con las Madres desde sus inicios hasta el corriente año y concido con los términos de esta nota casi en totalidad. Sólo disiento en el tema de la «culpa» generalizada….Llevo años trabajando en terapia respecto a esta cuestíon (que significa un gran mandato social y religioso) y NO estoy dispuesta a aceptar una nueva……Dijera un querido amigo y compañero-» Derecho a la subversión» En mayor cantidad de años ví muchas cosas de las que hablás y aún otras que no me parece oportuno aclarar pero de todos modos digo que ninguna organización política o social piramidal permite la discrepancia o el cuestionamiento. Sólo se acata la «orden» del dirigente por ende si no sos «orgánico» te tenés que ir. Tampoco creo que el pueblo organizado debiera condenarla o absoverla……Porque hasta ahora el Pueblo sigue buscando un Papá y una Mamá dejándose llevar más por sus pasiones y necesidades que por «intereses» sociales de lograr ese Mundo más justo y equitativo por el que se luchaba en los 70 y antes también.

  2. Recordemos la condena de Hebe hacia huelgas duras como la de los petroleros y contratados de Las Heras a principio del año 2006. Cayó gente que todavía está presa. Las retórica anti obrera que tuvo no me la olvido más…

  3. Stella tenes bastante razón, pero mi intención no es cargar con culpas (o sumar a las que ya tengo) sino más bien hacer una autocrítica: o sea, reconocer los errores para tratar de superarlos. En cuanto a los de las organizaciones y el derecho a la crítica, es así. Pero, dos cositas. Una es que yo pensé que las Madres no era, o se suponía que no debía ser, una organización política piramidal. La otra es que uno de nuestros problemas hoy es cómo desarrollamos formas de organización acordes con nuestro tiempo y experiencia. Lenin supo hacer eso en 1903. Ho Chi Minh hizo una adaptación hacia 1945. ¿Y hoy? Porquesin la capacidad de discusión y crítica y autocrítica es muy difícil avanzar.

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