¡Que vivan los estudiantes!

por Pablo Pozzi

Hace unos días pasé por mi facultad (Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires) para solidarizarme con la toma que realizaba el claustro estudiantil en defensa de la educación pública y luego participar en las movilizaciones docentes. Mientras se bloqueaba el acceso al edificio, en la calle de enfrente se estaban realizando numerosas clases públicas.

Las universidades argentinas están en conflicto con el gobierno nacional desde mediados de agosto. El conflicto se debe a múltiples razones, entre ellas la baja en el presupuesto real, la caída en los salarios docentes y no docentes, la falta de un convenio colectivo a la altura de la inflación desde febrero, y a lo que se puede caracterizar como una ofensiva generalizada sobre la educación pública gratuita y laica. A principios de septiembre diversas organizaciones estudiantiles, particularmente de izquierda, acataron la decisión de masivas asambleas en las que se determinó la toma y ocupación de diversas facultades a través del país. Durante ese período las universidades nacionales argentinas cesaron sus funciones, hasta que cinco de los sindicatos universitarios aceptaron una propuesta gubernamental (por incapacidad, por venalidad o por ambas cosas) por la cual el salario real de los universitarios sufría una significativa reducción del poder adquisitivo salarial. La sexta federación de docentes universitarios rechazó la propuesta, continuó con las medidas de fuerza, y el claustro estudiantil en diversas facultades acompaña la medida en defensa de la educación pública manteniendo las tomas.

Al igual que hace dos años (véase D=a=) no pude más que emocionarme con mis estudiantes, con su nivel de solidaridad social, su valentía ante la adversidad, y su dedicación a lo que ha sido siempre una conquista fundamental de la sociedad argentina: la educación pública, gratuita, y de calidad. Una vez más debo agradecerles su decisión de enfrentar al poder, de defendernos a nosotros sus docentes, y de arriesgarse para preservar lo que es el futuro de nuestro país hoy amenazado por un gobierno lanzado a una feroz ofensiva neoliberal.

Al mismo tiempo, sentí cierta vergüenza. Los estudiantes habían tomado la facultad, y nosotros sus docentes acatábamos el paro, pero estábamos ausentes. No pude evitar sentir que debería haber estado allí, con ellos desde el primer día.

Pero también me sorprendí por las opiniones que enunciaban muchos de mis colegas. Y me parece importante no solo enunciar un principio de respuesta, sino también dejar en claro mi posición al respecto:

  1. Las tomas juegan a favor del gobierno vaciando las universidades. Esto, repetido por varios colegas y sobre todo por diversas autoridades universitarias, simplemente no es cierto. El vaciamiento comenzó hace muchos años, y continúa con altibajos por lo menos desde el gobierno de Carlos Menem. Buena parte de ese vaciamiento se debe a que los diversos gobiernos favorecen la educación privada, y consideran a la universidad no como un bien social sino como un insumo para las empresas.
  2. Las tomas deberían ser flexibles, permitiendo el paso y el funcionamiento universitario. Eso, que dicen decanos y rectores y repite la prensa lacaya, es una barbaridad. Una medida de lucha de todo trabajador es interrumpir el normal desempeño de la empresa. Los paros domingueros, los «abrazos al Congreso», y otras «medidas» New Age no son medidas de fuerza. Una huelga que permite el funcionamiento de la fábrica y el paso de los carneros simplemente no tiene sentido porque está destinada al fracaso. La lucha de clases no se realiza con buenos modales.
  3. Las tomas que no permiten el paso de los docentes que quieran trabajar son autoritarias. Otra barbaridad. Los docentes que quieren trabajar en medio de un conflicto son, lisa y llanamente, carneros. Cuando la profesora Silvia Vázquez intentó cruzar el piquete de toma de la Facultad de Psicología (UBA) y estos no se lo permitieron, ella estaba tratando de carnerear la medida de fuerza, y el piquete estaba en todo su derecho de impedirle el paso. Cuando las autoridades universitarias condenaron que se impidiera el paso, estaban actuando como toda patronal que favorece a los rompehuelgas.
  4. Los estudiantes pueden perder el cuatrimestre de continuar las tomas. Esta es otra falacia. Los estudiantes pueden perder el cuatrimestre si el gobierno y los rectores (o sea la patronal) continúan con su política de destrucción de la universidad pública. Las tomas se dan en defensa de la universidad. Y si triunfa la política gubernamental, por ahí no se pierde el cuatrimestre, pero sí se perderá la universidad. El que no entiende eso, piensa que su interés individual es más importante que el colectivo, y encima no tiene visión de su propio futuro.
  5. Las tomas son «una puja política entre agrupaciones de izquierda». Dejemos de lado el uso del macartismo una vez más, para darnos cuenta que las tomas son una puja política entre la comunidad universitaria (o por lo menos sus sectores más conscientes y pensantes) y el avance acorazado de un proyecto neoliberal que implica la privatización de la educación. Por suerte tenemos una izquierda que se pone al frente de la lucha universitaria.
  6. Los estudiantes no quieren dialogar con las autoridades para levantar las tomas. No es cierto. Un diálogo implica que ambas partes están dispuestas a contribuir algo. Si los estudiantes levantan las tomas ¿qué ofrecen las autoridades? ¿Aceptar las propuestas del gobierno? Eso no es un diálogo, es una imposición.
  7. Las universidades públicas están plagadas de corrupción, mal uso de recursos, y manejos espurios de «la política». Aún si esto fuera verdad y no simplemente algo parcial, la solución no es la privatización de la educación. De otra forma habría que privatizar la Justicia (corrupta e ineficiente), y ni hablar de la Presidencia de la Nación que hace muchos años está plagada de ineficiencia, corrupción y de políticos incompetentes como Mauricio Macri.
  8. El problema de la universidad es «los troskos que van a hacer política no a estudiar». Esa es una barbaridad absolutamente mentirosa. La vasta mayoría de las autoridades universitarias son (y han sido) de la UCR y el PRO (o sea Cambiemos) y del Peronismo y Kirchneristas. Son ellos los que han piloteado, colaborado, y ayudado en la decadencia de las universidades nacionales argentinas. Por otro lado, la vasta mayoría de mis estudiantes militantes son excelentes estudiantes y su aprendizaje se nutre ce lo que les enseño y de lo que aprenden en la militancia.
  9. La prensa argentina se pregunta: «¿Cómo es que se defiende la educación pública coartando la posibilidad de estudiar?» (Infobae, 14 de septiembre de 2018). Los que coartan la posibilidad de estudiar son todos aquellos que destruyen la universidad pública en función de privatizarla para que estudien unos pocos, y queden afuera todos los hijos de trabajadores y sectores medios.

Yo tengo dos hijos. Si tuviera que pagar un arancel universitario, además de transporte, libros, apuntes y otras cosas, sería imposible para mí, profesor universitario, enviarlos a estudiar. Mis abuelos lograron mandar a mis padres a la universidad con mucho sacrificio, y ellos también se sacrificaron para que mis hermanas y yo pudiéramos hacerlo. Pudieron hacerlo gracias a la gratuidad de la universidad argentina. Mis estudiantes hoy, con aciertos y errores, ponen el cuerpo para que mis hijos puedan tener un futuro. Y con ellos la sociedad argentina. Por eso estoy en deuda con todos los que han realizado las tomas, y tienen mi eterno agradecimiento.

Mi amigo Marcelo Raimundo, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, recordaba esta mañana un discurso de hace ya casi cien años de Gonzalo Muñoz Montoro, que vale la pena que recordemos hoy:

«Os piden ideales; os piden doctrinas; os piden razones que justifiquen vuestras violencias, vuestros arrebatos, vuestra irreductibilidad. Y cuando en el fragor de la lucha os detenéis a contestarles en la forma fragmentaria y presurosa a que las circunstancias obligan: ¡bárbaros!, os dicen. Y es que vuestros ideales, vuestras actitudes y vuestras concepciones no encajan en su modo habitual de sentir, obrar y pensar. ¡Divina incomprensión que os enaltece! Ella revela que se agita en el fondo confuso de vuestra acción colectiva, una nueva verdad que es solo patrimonio de los nuevos». (Gonzalo Muñoz Montoro. «La emancipación estudiantil y la gesta de un nuevo derecho». FUBA. La Reforma Universitaria. Documentos relativos a la Reforma Universitaria en La Plata. Tomo IV. (1919-1920). Buenos Aires: Ferrari Editores, 1927; pág. 235).

Hoy, 47 años después de haber entrado a la universidad como estudiante, con acuerdos y diferencias, me enorgullezco del movimiento estudiantil argentino y su decisión y valentía en la lucha por defender lo que es un derecho de todos, hoy igual que ayer.

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