«El Patriota»

por Pablo Pozzi

Seguro que al ver el título todos pensaron en la peli de Me Gibson. Y la verdad es que si bien no hace referencia a eso, si tiene mucho que ver. El Patriota es un ranchero, onda John Wayne, que se llama Clive Bundy. Él y su hijito, Ammon, junto con unos 15 otros «patriotas» fuertemente armados, tomaron control del Parque Nacional Malheur, en la afueras de Burns, Oregon. ¿Cuáles son las razones ostensibles de esta acción? Por un lado, los Bundy y sus amigos estaban protestando por la represión ejercida por el gobierno federal contra el ranchero Dwight Hammond que causó el incendio de miles de hectáreas del Parque. Hammond fue detenido, juzgado y condenado a la cárcel. Los Bundy están «defendiendo la libertad». Por otro, no sólo defienden la libertad de los Hammond, sino también la propia de utilizar los pastizales del Parque y de cazar (en especial ciervos) sin restricciones.

El gobierno federal reaccionó rápidamente, rodeando el Parque y sentándose a esperar que los Bundy se cansaran. Esto es por lo menos notable. En casos similares, donde los pueblos originarios ocupaban algún lugar, el FBI rápidamente procedía a reprimirlos. Ni hablar del caso de los afroamericanos. En 1985 el movimiento MOVE, en Filadelfia, fue aniquilado con el máximo uso de violencia: once negros fueron muertos y 61 casas destruidas. ¿El crimen de MOVE? Se «vestían raro», usaban el pelo en trencitas, y rechazaban el mundo capitalista proponiendo un retorno a la naturaleza. Ante semejante peligro público la policía de Filadelfia procedió a arrestarlos. Ellos se resistieron con algunas armas, y la policía, ni lerda ni perezosa, bombardeó su sede que generó un incendio en el vecindario. El problema fue «rápidamente» resuelto.

Nótese la diferencia entre MOVE y el caso de los Branch Davidians en Waco, Texas. En 1993 un grupo de fundamentalistas religiosos (sipi, los cristianos también son fundamentalistas), dirigidos por David Koresh, se atrincheraron en un rancho en las afueras de Waco, armados hasta los dientes. El gobierno federal envió al Buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF) a desarmarlos. Fueron recibidos a los tiros con el resultado de cuatro agentes muertos. ¿La respuesta federal? Los sitiaron 51 días, hasta que tratando de penetrar el recinto el FBI se vio involucrado en una batalla campal que resultó en un incendio y 76 muertos.

La similitud es que MOVE y los Branch terminaron todos muertos. La diferencia es que en Filadelfia la decisión fue matarlos desde el principio, mientras que en Waco esperaron 51 días a pesar de los agentes muertos. ¿Por qué? Y porque unos son negros y los otros blanquitos.

¿Y en Malheur? Los Bundy han hecho un llamado a las milicias «patrióticas» a confluir en Malheur y convertirla en zona liberada. El New York Times dijo que hasta 150 paramilitares respondieron el llamado. Los testigos presenciales señalaron que en realidad eran unos 15. Y he aquí una cantidad de cuestiones que hay que pensar.

La primera es que los Bundy no son ni los muchachos de MOVE ni los místicos de Waco, y pertenecen a una milicia (la de Oregón). El movimiento miliciano norteamericano tiene medio siglo de existencia, pero su auge se dio en realidad a partir de la década de 1990. Hay en día tienen decenas de miles de miembros, y se contabilizan casi 300 organizaciones milicianas en Estados Unidos, incluyendo algunas muy grandes como las de Michigan, otras muy difundidas como el Posse Comitatus, y otras como los Oath Keepers (Juramentados) que se compone de miembros de las fuerzas armadas y de seguridad. En 2001 al gobierno había registrado 856 grupos milicianos, pero en la década siguiente muchos se fusionaron entre sí. A estos hay que agregar a los neonazis, y a los supremacistas blancos como el Klan y los devotos de Odín. En muchos casos las membresías se superponen.

Casi todas las milicias están integradas por los sectores más pobres de la población, y en general es aceptado que surgen como resultado de distintas crisis socioeconómicas en las zonas rurales norteamericanas. Lo interesante del movimiento es que todas las milicias sustentan una variedad de ideologías derechistas y ultraderechistas. Algunas son neonazis, otras son meramente racistas. Todas están integradas por blancos, anglosajones y protestantes. No hay milicias de gente de color, o de judíos o católicos. Su ideario es relativamente simplista. Por ejemplo, la Liga del Sur plantea que hay que regresar a las primeras 10 enmiendas de la Constitución abandonando las posteriores. La enmienda 13 es la que otorgó la libertad a los esclavos. Asimismo, plantea que la Unión Soviética nunca desapareció, sino que es todo parte de la conspiración judía (que controlan los medios de comunicación) para ocultar el eje Washington-Moscú cuyo objetivo es esclavizar al norteamericano medio (y blanco, obvio). Si bien Mel Gibson es católico preconciliar (y australiano) varias de sus películas expresan estas ideas (por ejemplo, «Conspiración»).

Un aspecto interesante es por qué estas milicias son toleradas. Esto debería ser obvio: porque son funcionales a los intereses de los grandes capitalistas. De hecho, muchos de los integrantes de las fuerzas de seguridad participan, fomentan y protegen estas milicias. Si no ¿cómo explicar que las milicias de Michigan tienen armamento pesado (incluyendo artillería y blindados), o que los Oath Keepers hacen proselitismo abiertamente en las bases militares? Para que quede más claro, supongamos qué pasaría si un grupo anticapitalista, fuertemente armado, recluta entre los soldados del Ejército; o si un grupo de negros de repente adquiere morteros y granadas. De hecho los pocos que lo intentaron están en la cárcel o en el cementerio. De hecho el preso político más antiguo del mundo es Leonard Peltier, dirigente del American Indian Movement, preso en 1973 por la ocupación armada de la reservación indígena de Pine Ridge donde murió un agente del FBI. Las pruebas contra Peltier son endebles, como han señalado casi todas las organizaciones mundiales de derechos humanos.

¿Cómo se financian las milicias? De muchas maneras. Como se reveló en el caso de Tim McVeigh, que mató 168 personas, cuando puso la bomba en el centro cívico de Oklahoma en 1995, su principal fuente financiera on subsidios del Estado. Muchos de estos «granjeros» reciben dinero estatal para «no plantar cosechas determinadas que impliquen una baja en su precio de mercado». Pero también reciben cuantiosas sumas de parte de grandes empresarios. Esto sin olvidar que varios de estos grupos se dedican al tráfico de drogas y al robo. Y a pesar de eso son «tolerados». ¿Por qué? La respuesta es simple: no sólo mantienen divididos a los pobres, no sólo fomentan el racismo, sino que proveen una fuerza armada extra oficial para lidiar con «rojos», negros, musulmanes, y otros indeseables.

Pero lo de Malheur no es algo de una milicia «típica». Para empezar los Bundy y los Hammond son rancheros, o sea empresarios. Además, alquilaban los pastizales que incendiaron por muy poco dinero (buena parte de la tierra en el oeste norteamericano es propiedad del estado). ¿Por qué ahora y por qué quemar lo que ya estas utilizando? Y aquí hay que prestar cuidadosa atención a sus declaraciones. Cuando los Bundy hablan de «libertad» en realidad se refieren a lo que entienden como su derecho a utilizar el patrimonio de la ciudadanía sin ninguna restricción. Para ellos la libertad individual implica el derecho a saquear al conjunto de la sociedad. Digamos: capitalismo neoliberal puro.

También es fascinante que los medios de comunicación los tratan con guantes de seda, al igual que el gobierno federal, y políticos como Marco Rubio y Ted Cruz (republicanos). El Tea Party ha manifestado su simpatía. Esto revela lo que hay por debajo de toda una operación capitalista. Se trata de privatizar buena parte de las tierras públicas. Grandes empresas agroindustriales, mineras, petroleras, fondos de inversión, y latifundistas ven con ambición la posibilidad de hacerse con las tierras fiscales. Para ellos las demandas de los Bundy los Hammond no son peligrosas sino que son funcionales a incrementar sus ganancias.

Y en medio de todo el lío, el norteamericano medio se ve bombardeado por una intensa propaganda de que estos son «patriotas» y no terroristas, que desean la libertad individual. Digamos, como Mel Gibson en «El Patriota», donde es el dueño de una plantación (y suponemos de esclavos aunque la peli aclara que debe ser el único cuyos negros son «libres») el que encabeza el movimiento independentista. En cambio si fueran ambientalistas defendiendo al Malheur del saqueo de los rancheros, el New York Times ya habría expresado que son terroristas, y el FBI hubiera entrado a sangre y fuego.

Comparte

2 thoughts on “«El Patriota»”

  1. Salud

    Los «malos terroristas» asesinan («Asesinados tantos en atentado por ahí»), mientras que los muertos por los «patriotas», pues se murieron por no aguantar una bala («mueren en tiroteo tales»). Así pues, un atentado contra una clínica abortista es un hecho de libertad y una protesta en favor de un seguro de desempleo algo de «rojos antivida» o algo así.

    Lo de las milicias y todo el tema de las armas, en general, es algo alucinante. Luego se entiende que haya una visión en que el ejército puede (y debe) ser privatizado también; ¡si casi ya lo está! (y con el «casi» salvo la parte en que los salarios de las fuerzas regulares salen de impuestos, básicamente). Completamente arraigada la cultura de la explotación bajo el destino manifiesto, la supremacía de lo que sea o cualquier idea vinculada…

    Hasta luego 😉

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.