El Odio de Clase

por Pablo Pozzi

Abro el diario y veo que la Tupac está sitiando al palacio de Gobierno de Salta, en reclamo de «preservar 20 mil puesto de trabajo, una ayuda de fin de año y bolsones navideños». En la página siguiente me entero que 1500 empleados del Congreso de la Nación entraron en conflicto porque el nuevo gobierno macrista plantea revisar todos los pases a planta permanente y los ascensos realizados en los últimos seis meses. Caramba, ¿qué hacer? ¿Hay que defender a los compañeros desempleados de la Tupac o a los empleados del Congreso? ¿Y a todos los otros que vienen detrás? ¿Qué pasará con los 2000 nuevos empleados de Aerolíneas Argentinas nombrados el último año? ¿Y los miles de militantes de La Campora, la Jauretche o la Guemes nombrados en el PAMI? ¿Qué hay que hacer con la directora del PAMI en Córdoba que hace dos semanas se pasó a la planta permanente de Villa Libertador y dejó la repartición sin firma y a los jubilados provinciales en serio riesgo de salud?

Al mismo tiempo una amiga pone en su Facebook que «es el peor fin de año» (supongo que no se acuerda del 2000 al 2004, o del de 1976, o el de 1955, ad nauseam). Otro, activista docente él, pasa por casa indignado por la contrarrevolución macrista, y me llama a unirme a la resistencia. Un tercero me llama preocupado porque «van a cerrar todos los organismos de derechos humanos». Creo que, si bien son amigos, me conocen poco. Y vamos por partes.

Lo primero es lo primero. La Tupac se está movilizando para poder mantener su red clientelar. El nuevo gobernador Gerardo Zamora plantea darle el dinero directamente a las cooperativas de los trabajadores para que ellos la manejen sin pasar por las manos de esta «organización social» (bueno Al Capone y la Mafia empezaron más o menos igual que Milagro Sala y la Tupac). A mí eso me parece bien… sin comprar buzones. ¿No será que Zamora quiere reemplazar el clientelismo de la Tupac con el propio? Es lo más probable. Pero el chantaje social me parece algo a combatir. Y ¿bolsones navideños y ayudita de fin de año? A ver, a ver… esa guita sale de los trabajadores en blanco. O sea de mi bolsillo. Yo creo que no hay que darles un peso. Y menos aun para una organización que utiliza esa plata para fines propios. La postura de izquierda me parece que debe ser trabajo y no caridad, aunque eso sea impopular en ciertos sectores.

¿Y los muchachitos del Congreso? Mi primera sorpresa es que nunca me imaginé que hubiera tantos empleados allí. Es más, menos me imaginé que además de esos 1500 nuevitos hubiera una pila de otros que nadie dice cuántos son. Creo que una reivindicación obrera esencial es el «no a los ñoquis». Defendamos a los laburantes de los acomodados en política. ¿Pobre gente se va a quedar desempleada? En realidad, son una manga cabrones: en realidad pobres los laburantes que le meten 10 y 12 horas diarias para llevarle pan a sus hijos, y encima los obligan a pagarle el sueldo, vía impuestos mil, a una sarta de vagos acomodaticios. Y no sólo ahí, lo mismo en Aerolíneas. ¿Es deficitaria? ¿Es nuestra? Qué va a ser nuestra, o por lo menos no es mía. En realidad es de los accionistas que cobran dividendos regularmente. ¿Cómo, si pierde plata? No pierde plata, en realidad tiene una hemorragia. Pero todos los meses los ciudadanos le damos una transfusión de millones de pesos para que pueda seguir funcionando, pagar dividendos y los suculentos sueldos de la muchachada que entró gracias a los K. Lo mismo con los del PAMI y tantos otros lugares.

¿Y los juicios? ¿Yo? ¿Defender a De Vido? «Pero es una movida política», me escribe un amigo. No shit, baby. Pero lo importante es ¿robó o no robó? Todos sabemos que los K son unos chorros consumados. Ni mi amiga dice otra cosa, aunque dice que este es su peor fin de año luego de que fue a llorar a la plaza porque se iba la gran estadista Cris que le devolvió la fe. Como soy un viejo zurdo sigo pensando que los chorros deben ir en cana. Y más aun si le chorean a los laburantes, como hacían De Vido, Lázaro Báez y tantos otros. Ni hablar de que algunos de los organismos han lucrado con su relación con el Estado. ¿Alguien se acuerda de la deuda que tenía Madres de Plaza de Mayo/Hebe de Bonafini de 200 millones de pesos? ¿Cuánto? Doscientos palitos, ¿para qué? ¿A cambio de qué? ¿De mi bolsillo? Me hacen acordar a los laburantes de una fábrica de tomate en lata que en realidad vendía zanahoria medio podridita con colorante, en época menemista. Los muchachos reclamaban que no cerraran la fábrica porque era su fuente de laburo. Hijos de mala madre, laburaban de envenenar a otros laburantes porque los burgueses de San Isidro no compraban ese tomate enlatado. No merecían tener nuestra solidaridad porque bien podrían haber hecho huelga para producir algo bueno o podrían haber convertido la fábrica en una empresa autogestionaria.

En realidad todos deben ir en cana. Y esa no es sólo una reivindicación popular sino también una reivindicación ética y moral. Pero lo que estoy planteando no es lo mismo que plantea el macrismo. A ver si no entendemos. Yo soy zurdo. Y si señores, Macri y sus pollos son de derecha. ¿Dónde reside la distinción? Para los K en ningún lado. Todos somos lo mismo. Pero no, bichito de Dios. Los anteojos macartos no te permiten ver la diferencia. A ver, y para darles un ejemplo. A diferencia de la mayoría para mí el nombramiento de los nuevos jueces de la Supremísima Corte me cae mal no por «la forma» anticonstitucional sino porque son dos reverendos cabrones… más o menos como los que ahora están. El método me preocupa menos (e insisto que mis amigos K se quedaron muzzarella cuando Néstor y Cristina nombraban jueces a mansalva en forma más que dudosa, o amenazaban a los Supremos, o destituían y «apretaban» a jueces y fiscales). Si me preocupa que los reemplazantes del «socialista» (de derecha) Fayt y del hombre de los prostíbulos Zaffaroni, sean dos tipos íntimos del establishment. A no engañarse. Igual que nosotros vemos que la conflictividad irá en aumento el año que viene, también lo ve la burguesía y están reforzando la Corte con dos cuadros políticos de los «duros». Yo estoy en contra porque violaron la Constitución y porque son dos porquerías de tipos. Pero no esperaba nada más de Macri. Es más espero aun más cosas y peores.

Pero la diferencia tiene que ver con lo que se denomina el odio de clase. Los K tienen odio de clase como buenos integrantes de la clase media baja y lumpen que vivieron sin laburar a costillas del estado y de repente se encontraron que tenían que salir a buscar trabajo, como cualquier hijo de vecino. «¿Cómo? ¿A mí me echan que hice tanto por la Patria?» Hijo de tu madre, ni caminabas al banco porque te depositaban la guita todos los meses y con suerte aparecías un rato por la oficina.

Los macristas tienen aun más odio de clase. Pero es el odio del establishment, que estaba acostumbrado a lucrar con el Estado y ahora llegaron estos «cretinos sin experiencia, pendejos» que lo manejaban a su antojo. O sea, igual que ellos pero sin darles participación. Y encima no eran finos ni vivían en La Lucila. Pero cómo, luego de 12 años de saqueos, ahora amarran su yate al lado del mío. Y no es sólo una cuestión de ricos broncudos, porque los ricos siguieron haciendo sus negocios con los K como si nada. Es más una cuestión de resentimiento en parte por el estilo (si, Cristina es mersa), pero sobre todo porque los Cavallo, Aleman, Sturzenegger, Bein, Prat Gay, Frigerios varios, Lavagna, y otros estaban acostumbrados a que el Ministerio de Economía se repartía entre ellos.

Ninguno de los dos tiene consideración con los trabajadores. Eso se ve no sólo porque no los toman en cuenta, más allá de lo discursivo, sino por el trato que dispensan hacia el laburante. Los nuevos ricos K quieren ser igualitos que los viejitos establishment y adoptan lo que ven como características de los poderosos. Ahora, unos gritan «corruptos» a los otros, que responden «vendidos a los yanquis». Y todo es cierto. Ambos son corruptos, y ambos son vendidos. Pero se odian entre ellos. Y ahora viene la venganza de los segundos contra los primeros. Y va a ser terrible. Y ambos harán el mejor esfuerzo posible para seamos el pato de la boda.

Pero los trabajadores también tienen odio de clase. A veces no se ve, y otras lo oculto sale a la luz del día. Y no puede ser de otra forma. Ricos y lumpen, macristas y K, establishment y arribistas, todos viven de explotar cada vez más al trabajador. Utilizan el Estado para saquearnos y reprimirnos, para dividirnos y para ofrecer cada tanto pan y circo. Para ellos su odio surge de resentir a los obstáculos para seguir viviendo cada vez mejor, trabajando lo menos posible. Para nosotros el odio de clase tiene que ver con que nuestra supervivencia depende de que nos los saquemos de encima. La nuestra y la de nuestros hijos y nietos.

El tema es que no hay que confundir odios. Parecen lo mismo pero no lo son. Para ellos ser ñoqui es una forma de vida y una aspiración. La diferencia es que «quiero a mis ñoquis, no a los tuyos». Para nosotros a más ñoquis más se destruye la cultura obrera, la dignidad del trabajo, y encima los que laburamos tenemos que pagar sus lujos. Defender a los 1500 vagos del Congreso de la Nación no es una postura de izquierda, en realidad es ser de derecha porque convalida una costumbre de las elites acostumbradas a saquear a los trabajadores.

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3 thoughts on “El Odio de Clase”

  1. Che, en el diario que vos leíste ¡decía que Gerardo Zamora es gobernador de Jujuy?¿Vos leés el diario de Yrigoyen, Clarínete o P/12? Tengo un amigo oculista a una cuadra de Plaza Vélez Sarsfield? ¿Querés la dirección? ¡Ojo, es de familia radical! Pero de la época de La Voz del Interior del viejo Remonda, otro radical al que le quemaron el diario los muchachos de la Triple A versión cordobesa. Me parece que vos confundís al radical K Zamora (que no es Luis) con el radical M (de Macri…o de Mierda) Morales (que no es Evo, su vecino del norte). Bué…fue un error de tipeo político resultante de tanto odio a esas runflas. Entendido, pero no disculpado el profe de historia

  2. Absolutamente correcto, cuando uno hace las cosas broncudo y cansado mete la gamba por todos lados. Y no sólo eso, como me escribieron varios amigos: el lío es en Jujuy y el gobernador es Morales. Yo peor es que yo hago catarsis y resulta que encima hay algunos pobres cristianos que leen con atención… Y no sólo Abel.

  3. Excusarte en eso de «cuando uno hace las cosas broncudo» es una falacia y una vulgaridad. Resulta ofensivo que, como argentino, no puedas diferenciar una provincia de otra y luego que no sepas absolutamente nada de las provincias del Interior (o al menos de las norteñas). Salta, te cuento no tiene «Palacio de Gobierno», sino que tiene oficinas gubernamentales en Grand Bourg. Luego, hablás sobre Milagro Sala como si la conocieras de toda la vida y pudieras afirmar que es una «mafiosa» según tus términos pero puedo asegurarte que esa mina hizo más por los pobres que ningún otro referente político o al menos, podría afirmar (usando tu criterio), que hizo más que vos. En definitiva, lo único que saco en claro de aquí, luego de haber desperdiciado mi tiempo leyendo esto, es que supurás ese revolucionario resentimiento trosko de saber que jamás, pero jamás van a llegar a ser nadie en éste país!

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