Cartel con la cara de Fidel Castro

Llegó el Comandante y mandó a parar

por Pablo Pozzi

Salen unos cuantos cubanos a la calle a protestar por las políticas de su gobierno y los medios del mundo (de derecha, de centro y obvio los trotskistas, que siempre reemplazan el análisis con sus prejuicios) se ponen a hablar de la dictadura cubana. Salen miles de yanquis a protestar contra el fraude electoral y en apoyo a Trump, y todos insisten en que hubo un intento de golpe de estado neofascista. Sospechosamente todos los gobiernos no alineados con Estados Unidos son dictaduras y los que sí lo están son democracias. Así Cuba, Venezuela, China, Corea del Norte, Irán, Rusia, Bielorrusia y otros que ahora no recuerdo son terribles y represivas dictaduras. En cambio, Egipto, Zaire, Ucrania, Turquía, Marruecos, Argelia son democracias. Y obvio en el listado hay que incluir a Estados Unidos que, en realidad, es un régimen oligárquico, a la teocracia de Israel, al nacionalismo represivo de la India, a la cleptocracias sudafricana y mexicana. Es más, Maduro trata de detener a Juan Guaidó y el mundo chilla; Estados Unidos encierra centenares de personas en Guantánamo sin proceso judicial y eso está perfecto. ¿Cómo vamos a dudar de las buenas intenciones de los yanquis? Lo peor es que todos nos vamos con la finta todo el santo tiempo. Y así Alfredito Leuco, viejo comunista, insiste en tildar a Cuba de dictadura no sea que alguien le recuerde de su pasado. No hay como la religión del converso, decían de Torquemada, porque era cabeza de la Inquisición persiguiendo judíos, aunque había nacido en familia judía; su celo probaba que su conversión había sido genuina. Una bosta de tipo.

A ver, mi punto no es que estos países no son dictaduras (en realidad, creo que varios lo son y otros no, o por lo menos no más que Estados Unidos), sino que existe una inmensa hipocresía cuya intención es manipularnos para bloquear todo intento de hacer un mundo mejor. Y en eso lo terrible son todos los seudozurdos que se prestan y sacan resoluciones apoyando a las protestas fogoneadas por Estados Unidos. ¿Por qué no sacaron comunicados apoyando a los trumpistas en su llamado a revisar los resultados electorales del año pasado? Noooo, esos son de derecha. Claro, porque el antichavismo venezolano y el anticastrismo cubano son terribles rojos.

Repito, a ver, yo no estoy diciendo que el gobierno de Miguel Díaz Canel en Cuba es bueno, perfecto y lo que yo querría. Es más, ya es hora de que reconozcamos que el sistema cubano ha tenido innumerables fracasos. Entre ellos uno muy importante y que se constituye en traba para poder avanzar por la senda revolucionaria: un serio problema en la isla es la burocracia. Esto es algo que los propios cubanos reconocen desde hace mucho. Basta ver la gran película de Tomás Gutiérrez Alea (1966) «Muerte de un burócrata». Y eso revela que la burocracia de Cuba no era lo mismo que la del stalinismo soviético: a pesar de que la película satirizaba al gobierno cubano, fue este el gobierno que la financió, la difundió y la presentó para ganar varios premios como el de Karlovy Var.

¿Es Cuba una democracia o una dictadura? Ujuleeeee, falta que pidamos que los cowboys buenos usen sombrero blanco y los villanos uno negro. La respuesta depende mucho de la definición de tus términos. Para los yanquis y sus amigos las democracias son ellos y sus amigos, un uso del término por el cual es sinónimo de capitalismo; mientras que dictaduras son todos aquellos gobiernos que tienen alguna veleidad de autonomía o de disputarles la hegemonía a los norteamericanos, sean o no capitalistas. Ahora, si por democracia entendemos el apoyo de la mayoría de la población entonces lugares como Cuba, Venezuela o Rusia son democráticos. De otra forma hubieran caído (en una «revolución naranja» como en Ucrania) hace rato. Peor aún, todas estas naciones tienen elecciones regulares y tan transparentes como las de Estados Unidos o México o Sudáfrica o Israel, lo cual quiere decir no muy transparente que digamos.

Lo anterior no quiere decir que yo estoy de acuerdo con todas y cada una de las políticas de estas naciones. En el caso de Cuba me parece que se han equivocado (y repetido la equivocación) múltiples veces. Hasta 1970, la isla dependía del monocultivo del azúcar, y así fracasó la zafra de los 10 millones de toneladas. Ahora depende del «monocultivo» turístico. Y la pandemia puso fin a eso, con una ayudita del bloqueo norteamericano. En 1970, Fidel no solo se hizo una autocrítica sino que puso su gobierno a disposición del pueblo cubano. Díaz Canel no hace lo mismo, no solo porque no es Fidel, sino porque es un burócrata. Al mismo tiempo, hay cada vez menos transparencia en la isla y más problemas. La vacuna anti COVID Soberana 2 no funciona muy bien que digamos; el manejo de la pandemia ha sido flojísimo; la política económica ha sido mal pensada, perdiendo conquistas sociales sin lograr desarrollo económico. Mientras tanto, insisten con el mantra: la culpa de todo la tiene el bloqueo yanqui. Esto tiene cierta verosimilitud, pero al mismo tiempo, luego de 62 años de la toma de poder, ¿no han hecho nada para lidiar con eso? ¿Siguen esperando que Estados Unidos los trate bien y no como un enemigo? ¿Realmente creen que les van a perdonar algún día ser el primer territorio libre de América y ejemplo para otros países?

Ahora, ¿por qué las protestas? Creo que hay muchas razones. Así como creo firmemente que la respuesta de un gobierno popular no puede ser nunca la represión. En esto Díaz Canel se ha equivocado terriblemente, y le ha dado pié a la reacción, como buen burócrata que es. ¿Por qué no convocó al diálogo? ¿Todo lo que plantean los manifestantes está mal? Yo creo que no. La información que tengo es que Cuba esta en un momento crítico tan grande como cuando fue el Período Especial; que las medidas para lidiar con la pandemia han sido un fracaso (por no decir incompetentes); lo mismo que las políticas económicas y sociales. Al mismo tiempo, la Revolución Cubana retiene un apoyo de la mayoría de la población, o por lo menos eso señalan las encuestas que maneja el Departamento de Estado yanqui (si no fuera así hace rato que habrían levantado el bloqueo). Basta ver la cantidad de gente que salió a la calle respondiendo al llamado del gobierno a defender la Revolución: fueron decenas de miles contra los apenas una movilización de algunos cientos de opositores. Pero el descontento viene creciendo. Hace 25 años, en medio de la crisis del Período Especial, los grupos opositores contaban con apenas algunos cientos de personas. Hoy cuentan con varios miles. Evidentemente, el gobierno cubano no ha sabido lidiar con eso, más allá de algunas medidas represivas. Pero aun así debería quedar claro que la represión en Cuba es un poroto comparado con la ejerce Israel sobre los palestinos sus partidarios; o la que ejerce Turquía; o la de Ucrania; o la de Egipto; o de tantos otros, incluyendo Estados Unidos. Y, sin embargo, los gobiernos del mundo callan ante estos desmanes. ¿O será que se me escaparon las denuncias sobre la Ley Patriota norteamericana que permite desaparecer a sus ciudadanos recordando a los decretos de Noche y Niebla de los nazis?

Gran parte del problema me parece que tiene dos aristas. Una es que las nuevas generaciones tienen demandas distintas de las de aquellas que vienen de antes de la Revolución. Eso es un éxito de la Revolución: ya no están más preocupados por alimentación, educación y salud, sino por movilidad social, consumo y participación. En eso la propaganda yanqui es muy efectiva. El eje de Estados Unidos es plantearles a los cubanos que si hubiera capitalismo todos podrían ser multimillonarios y tener un carro último modelo. Claro, nadie piensa en Haití con su pobreza, México con sus narcos o Puerto Rico con su terrible desempleo y pobreza oculta. El capitalismo ha fracasado en mejorar la vida de los habitantes del planeta y, sin embargo, insiste a través de medios, intelectuales y educación que es el mejor sistema posible. Es una imagen más que seductora, sobre todo porque el gobierno cubano hoy no tiene un planteo que lo desafíe.

Y va la segunda razón: la burocracia. Hace muchos años visité la isla y me reuní con un amigote que era parte de la escuela de formación de cuadros del PCC y miembro de su Comité Central. Justito discutimos el tema de la oposición y el voto libre. Él me dijo que había tenido una larga discusión en la Escuela de Cuadros cuando un compañero planteó que podrían permitir la multiplicidad de partidos siempre y cuando todos respetaran la Constitución y, por ende, la revolución socialista en Cuba. A mí me pareció una gran idea: la libertad de pensamiento y de crítica debería ser una marca de nuestras revoluciones y, si estas no pueden aguantar la discusión y participación popular, pues entonces no tienen un verdadero apoyo y no merecen subsistir. En síntesis, nuestro principal argumento desde Marx y Bakunin en adelante es que nosotros somos verdaderos defensores de la democracia, aun cuando no nos gusten sus resultados. Mi amigo me miró sorprendido. «Pues no», me dijo, «decidimos que no». «¿Por qué?», «Por dos razones. Una es que José Martí hizo un solo partido revolucionario cubano. Y luego porque sería un relajo». Me quedé de una pieza. Esa no podía ser la respuesta de un cuadro comunista formador de nuevos cuadros. Era la respuesta burocrática. Lo mismo me pasó cuando presencié una reunión de una célula de la Juventud Comunista: «¿Cuál es la principal responsabilidad de un comunista?» Yo esperaba «hacer la revolución» o algo similar. «Cotizar», respondió el abnegado compañero burócrata.

¿Ahora, qué hacemos frente a la situación? Primero de todo, y para que quede bien claro: más allá de mis críticas, yo me alineo firmemente con Cuba y su gobierno. No solo porque no creo que sea una dictadura; sino porque ya vimos lo que hace la restauración capitalista. Basta mirar lo que ha pasado en Ucrania o en Libia. Con todos sus problemas, con todas las críticas que le pueda hacer, su sociedad es infinitamente mejor que las nuestras. Hay montañas de problemas, pero no hay hambre, hay vivienda, hay educación y hay salud. No es poca cosa. El derrocamiento del gobierno cubano pondría fin a estas cosas. Al mismo tiempo, mis críticas son para que el gobierno cubano adopte una autocrítica frente a políticas que han fracasado y que ponen en peligro las conquistas de la Revolución. No se si la burocracia cubana puede ver este peligro, o si le importa. Al fin de cuentas la caída de la URSS fue encabezada por la burocracia soviética decidida a convertirse en burguesía lisa y llana a partir de quedarse con los bienes soviéticos. ¿Puede pasar lo mismo en Cuba? Puede. Quiero pensar que las masas de cubanos todavía tienen una buena idea de los beneficios de la Revolución y al defender estos dificultarán la restauración capitalista. Al mismo tiempo, cuando Díaz Canel llama a la población a defender a la Revolución y esta le responde, eso dice muchas cosas. Una es que se podrían estar movilizando burocráticamente: el PCC los acarrea. No creo que haya sido así, o por lo menos no lo parecía en las movilizaciones progobierno que pude ver. Obvio que tenían un fuerte elemento de nacionalismo procubano, frente a lo que se visualiza, correctamente, como una injerencia extranjera. Aun así, revelan apoyo popular para el gobierno.

Ahora ese apoyo puede desaparecer rápidamente si el gobierno no encara los problemas y no toma medidas de fondo. Esas medidas no pueden ser más privatizaciones, o dolarización de la economía, o anulación de conquistas, como hasta ahora. Esas medidas han fracasado en toda la línea, por eso hay movilizaciones en contra. De hecho se han revelado como un caballo de Troya de la agresión norteamericana en Cuba. Por lo tanto, la alternativa solo puede ser movilización popular y participación. Y creo que hay algo central y que el gobierno cubano tiene que considerar. Los problemas cubanos no son solamente el bloqueo y las políticas de capitalismo de estado. Muchos de estos se derivan de la no participación popular, la educación rígida y esquemática, de la falta de debate y pensamiento crítico. El Primer Congreso del PCC fue un ejemplo para todo el mundo: toda la población fue convocada para participar, enviar críticas y sugerencias, que luego fueron volcadas en el Congreso. Lo que se aprobó por ahí no fue, en todos los casos, algo con lo que yo coincida, pero el nivel de participación popular fue como en ningún lado del mundo a través de la historia. Deberían haber continuado en esa senda. Y aun pueden retornar a ella. ¿Si hay problemas sociales y económicos en Cuba por qué no responder llamando al pueblo a discutirlos y proponer soluciones? Que la respuesta hasta hoy sea que la culpa la tiene el bloqueo y luego salgan brigadas represivas a «mantener el orden» no solo está mal, sino que es una reacción preocupante.

Hace años Carlos Puebla cantaba «se acabó la diversión». Lo hacía para recordar lo que fue la Cuba de Batista (un demócrata según Estados Unidos allá por 1955); pero también se aplica a Díaz Canel y su gobierno. Es hora de modificar el rumbo; de regresar al camino de las mejores tradiciones de la Revolución cubana; de saber que si hay críticas es porque hay problemas.

LETRA «Y EN ESO LLEGÓ FIDEL»

Aquí pensaban seguir
ganando el ciento por ciento
con casas de apartamentos
y echar al pueblo a sufrir

Y seguir de modo cruel
contra el pueblo conspirando
para seguirlo explotando…
y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
llegó el Comandante
y mandó a parar (Bis)

Aquí pensaban seguir
tragando y tragando tierra
sin sospechar que en la Sierra
se alumbraba el porvenir

Y seguir de modo cruel
la costumbre del delito
hacer de Cuba un garito…
y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
llegó el Comandante
y mandó a parar (Bis)

Aquí pensaban seguir
diciendo que los ratreros,
forajidos bandoleros
asolaban al país

Y seguir de modo cruel
con la infamia por escudo
difamando a los barbudos…
y en eso legó Fidel

Se acabó la diversión,
llegó el Comandante
y mandó a parar (Bis)

Aquí pensaban seguir
jugando a la democracia
y el pueblo que en su desgracia
se acabara de morir

Y seguir de modo cruel
sin cuidarse ni la forma
con el robo como norma…
y en eso llegó Fidel

Se acabó la diversión,
llegó el Comandante
y mandó a parar (Bis)

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