Pot pourri electoral

por Pablo Pozzi

Un pot pourri es una olla podrida. O sea, una olla donde se metían todas las sobras de comida para hacer un guiso. Bien típica, era la olla donde estaba todo lo que nadie quiso en la comida principal. O peor aún, uno metía lo que había en la despensa, aunque estuviera podrido. Era comida de pobre hasta que se fue convirtiendo en algo fino, más o menos como el gazpacho. O también como las elecciones argentinas: una olla donde metemos una sarta de candidatos que realmente nadie quiere, pero que nos representan. En dos semanas habrá (una vez más) elecciones primarias en Argentina. Cada encuestadora declara a su cliente como «vencedor», mintiendo a veces poco y a veces mucho. Lo único que queda claro es que todos perdemos, y que los argentinos nos merecemos lo que tenemos. ¿Y los candidatos? Son nuestro pot pourri nacional, aunque estén podridos. En realidad, no quiero ofender, solo describo lo que veo.

Primero, el ingrediente oficial en el pot pourri nacional. La norma es que el gobierno de Macri, en virtud de su «performance» socioeconómica, debería estar perdiendo por muerto. Sin embargo, una cantidad importante de gente lo ven como la «opción menos mala». Claro, esto se refuerza por el hecho de que algunos (sobre todo sectores que tienen que ver con la agroexportación) se han beneficiado. Dicho de otra manera, hay crisis, pero no para todos. Y eso incluye a una cantidad de sectores medios que llenan los aviones a Europa a pesar de que protestan que «el consumo baja». En eso el gobierno se ha visto ayudado por el auge del racismo («el pobrerío quiere vivir sin hacer nada, negros de mierda») y las tendencias cada vez más autoritarias en muchos sectores de la población. La disposición del Ministro (exguerrillera setentista) Bullrich para ejercer «mano dura», les parece que trae orden en una sociedad cada vez más disfuncional. En eso la falta de neuronas del señor Presidente es algo aceptado como «sabido y normal». Macri es un tarado, incompetente, inútil, pero podría ser peor. ¿Cómo? Buena pregunta. Como no puede mostrar nada positivo para ser reelecto, Mauri y su gobierno están haciendo una campaña de lo más sucia. En eso incluyen acusaciones de marxista contra Axel Kicilloff, hombre de confianza de Cristina Kirchner. Yo supongo que Axel es devoto de Groucho y no de Carlos, pero eso no impidió que los K salieran a explicar que no es marxista.

Como la olla podrida siempre tiene lo que sobra en la despensa, ahí tenemos a los Kirchner, podridos pero siempre en el guiso. O sea, rápida de reflejos Cristina Kirchner, gran estadista internacional según sus acólitos, el otro día se mandó uno de sus «espiches» donde explicó que su exministro, y ahora candidato a gobernador de Buenos Aires, no era marxista porque los que eran realmente soviéticos eran los macristas (sic). De ahí a una definición insólita, por no decir macartista, de la URSS y el marxismo fue solo un paso. La prensa oficialista se dedicó a criticar el discurso porque se refirió despectivamente a las «segundas marcas» (explicó que durante su gobierno los supermercados estaban llenos de primeras marcas y no de marca Pindonga y Cuchuflito), mientras dejó de lado su demostración de ignorancia y brutalidad, eso sin decir nada de su intolerancia y macartismo. Claro, coincidían que la URSS era un lugar con hambre, sin desarrollo, y con escaso nivel de consumo. A mí lo que llamó la atención fueron dos cosas. La primera es que sus partidarios la siguen celebrando como gran oradora e intelectual. Esto es notable porque muchos se dicen peronistas, pero nunca deben haber escuchado un discurso del General que fue un pícaro, pero gran orador. Mientras la escuchaba balbucear una incoherencia tras otra, que su público celebraba, no podía creer que nadie gritara que «el rey (o la reina, en este caso) estaba desnuda». Pero mucho peor era ver las caras de la audiencia, entre los cuales había muchos que fueron (o por ahí siguen diciendo ser) comunistas, trotskistas, guerrilleros setentistas o simplemente marxistas progres. No pude menos que pensar que ella realmente representa a su base oportunista, ignorante y francamente irracional. Más o menos como el amigo que me dijo que cuando «gane el Alberto (Fernández), Aerolíneas Argentinas va a andar bien». Claro, porque antes del macrismo andaba maravillosamente, no tenía deudas, y siempre llegaba en horario. Más o menos como decir que las reservas petroleras de Vaca Muerta producían petróleo antes de que llegara el actual gobierno. Antes no producía nada, y sigue sin hacerlo. Pero cada uno cree lo que quiere creer. Y si Macri es un idiota, Cristina Kirchner no le va a la zaga. Sobre todo, porque es como que los K estan haciendo lo imposible para que Macri vuelva a ganar; desde sacarse fotos con los neofascistas y hasta decir una barbaridad tras otra, más su candidato Alberto Fernández agarrándose a trompadas en un restaurant o increpando a un periodista.

Pero eso no fue nada. Leí la entrevista que Jorge Fontevecchia, editor del diario Perfil, le hizo a Axel Kicilloff, exministro de economía K y ahora candidato a gobernador de Buenos Aires. En general no leo esas cosas porque prefiero una buena novela policial antes de dedicar mi tiempo a tonterías y mentiras como el libro de Cristina. Pero, un liberal kantiano y culto como Fontevecchia insistía que el intercambio había sido «interesante e intelectualmente estimulante». A través de páginas Kicilloff explicaba que él había leído las obras completas de Freud a los 13 años (¿las habrá entendido? ¿Le creemos?); que sabía de economía porque es Profesor Titular de Historia del Pensamiento Económico de la UBA (en realidad, según el CONICET donde es investigador adjunto o sea uno del montón, es Profesor Adjunto con escaso currículum académico). Luego confundió Kant con Hegel; se dedicó a explicar que es keynesiano aunque «hay tantos tipos de keynesiano como de peronistas» (toda una definición); que no es estatista (sin nunca decir qué es); que «nacionalizó YPF» (en realidad el Estado compró 51% de las acciones por lo que YPF continuó siendo privada y no estatal); que es pro capitalista (qué novedad). Todo mientras mezclaba criterios, definiciones, y evitaba cuidadosamente decir nada de nada. Mi sensación al terminar la entrevista fue algo así como que Guillermo Nielsen, el asesor económico del candidato K Alberto Fernández, tenía razón: Kicilloff es un ignorante, cheto y muy engreído. Más o menos lo mismo que dijo de él Guillermo Moreno cuando era secretario de Comercio de Cristina.

Al igual que con la diatriba macartista de Cristina, lo que más me llamó la atención es que todos sus partidarios, y unos cuantos opositores, consideran a Kicilloff como un tipo inteligente y muy formado. Es posible, pero no se nota. O quizás parece formado en comparación con Máximo y Cristina Kirchner. Comparado con los diversos economistas profesores de la UBA Axel es un animalito de Dios. Eso debería ser obvio: comenzó su carrera trabajando para el neoliberal Domingo Cavallo sin ascender nunca. Dudo que fuera por política, sino más bien porque Cavallo era un mercenario de los oligopolios que recurría a gente capaz como sus subordinados. En cambio, en cuanto llegaron los K al gobierno Axel tuvo un ascenso meteórico más o menos como otros pícaros que llegaron al Ministerio de Economía.

Macri es un inútil; Cristina es incoherente; Kicilloff es un ignorante. Entonces, ¿por qué tanta gente los sigue? Es posible que no haya otra opción: para sus partidarios los otros son peores. Pero hay otra, que surge de las cuantiosas declaraciones de viejos setentistas que de repente atestan las redes sociales. Viejos guerrilleros marxistas insisten que Cristina es el mejor líder, más progresista, sapiente, y no sé cuántas cosas más, que nunca agració la Argentina. Tipos que arriesgaron la vida por la revolución social, hoy son devotos del populismo conservador y neoliberal kirchnerista. ¿Por qué? No tengo una buena respuesta. Una posibilidad es que nunca creyeron mucho que digamos en aquello por lo que lucharon hace ya años. Otra es que han pasado más de cuatro décadas, mediando la caída de la URSS y el auge del capitalismo. La derrota hace cosas terribles en el corazón, la mente y el raciocinio de las personas. Y todos eran mejores cuando tenían organización y objetivos claros. O sea, eran mejores en el colectivo. Sin él, se tornan en gente normal. Y si la media de la población tiene miedo y confusión, mientras campea la ignorancia, no veo por qué los viejos setentistas deban ser muy distintos. Claro, siempre me ronda la cabeza (allá en fondo) la posibilidad de que si hubiéramos hecho la revolución por ahí terminábamos como el orteguismo en Nicaragua.

Pero ¿por qué no adherir a las propuestas electorales de izquierda? Al fin y al cabo, el NMAS y el FITU plantean una alternativa. Bueno, alternativa más o menos. Sus propuestas, amén de difusas y poco concretas, estan a la derecha de las del PCA en 1973 (que no eran muy revolucionarias que digamos). Todos repiten que tienen candidatas mujeres, como si eso fuera algo bueno en sí mismo. Al fin y al cabo, las candidatas podrían ser Margaret Thatcher, Angela Merkel, Golda Meir, e Indira Gandhi. Ninguna muy progre que digamos, y si bien todas son mujeres no contribuyeron para nada a la causa de la igualdad de género. Las candidatas rojillas, como Manuela Castañeira (NMAS) repiten que lo positivo es que son mujeres. Insisten hasta el cansancio que son parte de la «marea verde», como si la legalización del aborto fuera a mejorar el nivel de vida de los trabajadores, o poner comida en las mesas, o generar trabajo. ¿Qué pasó con las viejas consignas como «igual salario para igual trabajo»? O con terminar con la discriminación en el lugar de trabajo. Resulta que el primer peronismo, bien machista y patriarcal, aprobó no solo el voto femenino, sino la licencia por maternidad con salario, el día femenino, y una cantidad de otras cosas. Parecería que el feminismo actual está a la derecha del peronismo de 1949.

Quizás porque vivo en pueblo chico siento que la distancia entre mis vecinos y la izquierda es abismal. Mi sensación es que «la marea verde» es un fenómeno de clase media, de colegios universitarios y grandes ciudades. La mayoría de mis vecinos (y en eso incluyo sobre todo a los jóvenes) ni les interesa, o cuando si es porque estan en contra del aborto. De la misma manera, los trabajadores en mi zona sienten que la izquierda se preocupa más por los desempleados que por ellos («que viven de los subsidios que salen de mi sueldo», me dijo uno). Digamos, la sensación aquí es que la izquierda se dirige a los sectores medios urbanos progres y al lumpenproletariado. Y eso conlleva una ajenidad impresionante. En eso, los K o los macristas parecen estar más cercanos a la realidad y los problemas. Ya sea porque unos insisten que «antes estábamos mejor», o porque los otros prometen «mano dura» todo el tiempo.

En lo personal, escucho el «trap» del FITU («Del Caño no te llama a engaño»), miro las candidatas de izquierda todas en pose «cool», veo las peleas judiciales por si pueden usar el pañuelo verde o no, escucho su ensordecedor silencio ante el macartismo de los K y los Macri, los veo criticar la mano dura de Bullrich sin proponer nada que resuelva el problema de que me chorearon la casa. Lo peor es cuando me encuentro con «spots» que me dicen que tengo que votar por tal o cual porque es docente o porque viaja en el subte. Me recuerdan al PC en 1973 y su consigna «un maestro al Congreso» cuando te pedían votar por Juan Carlos Comínguez y ni hablar de las campañas de Florentina Gómez Miranda de la UCR, que era bastante más progre que Comínguez y la trotskista Vilchez juntos. En realidad, yo también siento a la izquierda como ajena.

¿Qué hacer? No pienso votar a los Macri y menos aún a los K. Dudo mucho de votar a la izquierda, porque no han hecho nada para ganarse mi voto. Entonces, no sé qué hacer. Nadie me representa; no tengo dónde volcar inquietudes y energías; y estoy más que harto del desastre que es este país. El problema es que sospecho que la causa de todos somos nosotros. O sea, Macri, Cristina y Del Caño son argentinos y productos de la dictadura, del menemismo y de 40 años de pésima educación y embrutecimiento nacional. ¿Y entonces? Justo charlaba eso con uno de mis vecinos el otro día. Blas decía que no podía ser que esto continuara así; mientras describía un país profundamente disfuncional. Yo creo que primero vamos a tocar fondo; y ahí vamos a ver miseria y caos como nunca. Y luego vendrá la reacción social. Es muy posible que sea una reacción de derecha, u horrible, u algo que no me guste ni un poquito. Mientras tanto hay que seguir tratando de que la gente piense, que vean las cosas como son y no como nos las venden. Hay que fortalecer la solidaridad, y es mejor la gente que tiene buen corazón que los que se declaman marxistas o revolucionarios. Es una lucha capilar, lenta y a muy largo plazo. Que no se si veré sus resultados, pero por ahí mis hijos podrán vivir en un mundo mejor. Mientras tanto, sobrevivir, resistir, mantener los principios, chillar las críticas, y contribuir allí donde uno puede. Dicho de otra manera, resistir y resistir hasta vencer.

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4 thoughts on “Pot pourri electoral”

  1. Siempre leo las notas de Pablo y me hace reflexionar (agarrar un libro) y reir.
    Pero, a veces (como en éste artículo) parece ser que nadie es dignx de tener una propuesta de Izquierda interesante (sobretodo el FIT U), ergo hay que ser Anarquista y ver que onda…
    El título de éste artículo sería «Todo es una bosta (la Izquierda también).
    Igualmente lo sigo leyendo…

  2. me parece mayormente acertada la caracterizacion de este estado de cosas.- No asi la opinion sobre los «viejos setentistas>».- la generalizacion no es justa .-

  3. Son muy buenas sus reflexiones. En verdad, no alcanzo a ver un minimo de error respecto al kirchnerismo de la Señora, su delicado macartysmo de los ultimos dias no fue producto de su brutalidad. Es ideologico lo de ella, como de la gran mayoria de la dirigencia peronista, que su militancia vea en ella «progresismo» es otra historia. Otro tema. Creo que es un poco de comodidad. Nadie quiere pensar. Y si pensas, sos «gorila» o «trosko» y probablemente no sepan que significan cada uno de esos conceptos. PERO ES POPULAR DECIRLO.
    Cualquier analisis dialectico -en mi opinion- que se haga del peronismo a partir del menemismos, sin dudas se situa a la derecha de aquel peronismo de los años 40. Su planteo respecto al movimiento feminista o de genero hoy muy en boga, tambien es muy pobre alado de ese peronismo; ya ni hablar del movimiento fiminista encabezada historicamente como bandera de la izquierda. Donde hay un desconocimiento de la naturaleza y contenido de las luchas y causa de estos movimientos. Lamentablemente se actuan sobre los efectos y no sobre las causas; por eso los femicidios lejos de bajar en estadisticas o suben o se mantienen. No hay conciencia, como no hay conciencia de clase. Condenan a Don Macri y se olvidan o no saben quien es el verdadero enemigo, le huyen al debate (si no leyó el ultimo articulo de Boron lealo, los PC nunca dejaron de ser satalinistas); por eso sale muy bien el guiso y es mas, se convirtiò en una fina comida, como el gazpacho, pero siempre con un tronco comun.
    En mi provincia fui a verlo a Kicilloff, no lo aguanté, para colmo las mujeres K lo veian como un gran «galan». Y a mi me pareció tan desafortunado su discurso, tan pobre en su lenguaje. Un porteño cheto. Me retire de su charla sin hacer un solo comentario; asi que leerlo a Ud. que pone en duda su marxismo me recoforta que no soy sectaria ni estoy en soledad.
    Profesor! Los trosko, son parlamentarista, es dificil que avancen de esta posicion. Ojala lo hagan.
    Espero leerlo sobre este resultado abrumador de F-F ni siquiera esperado por ello.
    Cordial saludos.

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