por Rubén Kotler
Estos días distintos sectores, sobre todo afines al partido gobernante, realizarán una serie de actividades a «50 años del Tucumanazo» como si toda la lucha setentista en nuestra provincia se resumiera en la lucha estudiantil durante el mes de noviembre de 1970. Cuando el año pasado en Córdoba se recordaban los 50 años del Cordobazo, en Tucumán, pocos mencionaron al PRIMER Tucumanazo producido en esos mismos días. No es casual ese borramiento de la memoria, pues los «caudillos» de entonces, volvieron a marcar la agenda ahora, señalando, de manera grosera, que antes de 1970 no hubo nada y luego de 1970, tampoco. No lo expresaron ni lo expresan explícitamente, pero al conmemorar unas fechas y omitir otras, se hacen eco de aquellas luchas que parcialmente cuestionaron al régimen dictatorial de entonces. Ese borramiento lo notamos con el documental promocionado por la Asociación de Prensa que en 2013 se presentó bajo el nombre de «Tucumanazo, Poder Popular» y que solo mencionaba la lucha estudiantil en defensa del comedor universitario durante noviembre de 1970. ¿Y el 69? ¿Y la lucha de los obreros de la industria azucarera por impedir el cierre de los ingenios? ¿Y la historia de Hilda Guerrero de Molina, asesinada en 1967? ¿Y el Quintazo con la memoria de Víctor Villalba asesinado en junio de 1972? La agenda fue instalada entonces desde algunos sectores ligados al peronismo provincial y determinaron que las luchas de los Tucumanazos solo merecían un recuerdo parcial y teñido de la marchita peronista, cuando esas luchas atravesaron a más de un sector político. Durante los Tucumanazos los sectores en lucha, sobre todo estudiantes y obreros, impugnaban al poder político, no buscaban conciliar con el régimen y lo terminaron pagando con la vida de innumerables luchadores que fueron perseguidos, asesinados, desaparecidos, con la Triple A peronista primero, el Operativo Independencia después, también bajo gobierno peronista y finalmente bajo la última dictadura cívico militar genocida.Cuando en 2007 estrenamos con Diego Heluani nuestro documental sobre el Tucumanazo, recogimos el testimonio de Ángela Nassif, entre otros, que expresó claramente que el Tucumanazo no tuvo una fecha sino que implicó todo el proceso de lucha abierto en 1966 para rechazar la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse, para resistir el cierre de los ingenios azucaros y rechazar la intervención en las universidades. Ese proceso histórico tuvo TRES momentos y no solo UNO. Militantes como el Chino Moya, como Hector Marteau, Carlos Zamorano, Rubén Leiva, Hugo Figueroa o la propia Ángela Nassif, participaron en ellos como cientos de estudiantes y obreros. Conmemorar o evocar no es sinónimo de reivindicar. Y desde mi punto de vista, la evocación nostálgica teñida de actividades poético/musicales, no sirven para la denuncia per se si la evocación es mero relato nostálgico. A 50 años de noviembre de 1970, la provincia, gobernada desde 1983 por el peronismo, con el interregno del bussismo entre 1995 y 1999, se encuentra sumergida en la pobreza más absoluta, con un sistema prebendario que mantiene en la marginalidad a miles de tucumanos y tucumanas, ni qué decir de la universidad que expulsa a un estudiantado al que se le hace cada vez más difícil permanecer, cuando no, la imposibilidad directamente del ingreso. La droga ha surcado el territorio en varios barrios tucumanos, la violencia estructural de una policía que al día de hoy continúa con prácticas represivas asesinando niños y haciendo desaparecer ciudadanos, la pobreza estructural, la desocupación en niveles insoportables, la malnutrición infantil, la explotación y el trabajo esclavo, la trata de personas y otras tantas calamidades nos ponen en el espejo de un Tucumán que hace 50 años TAMBIÉN ardía. No hay nada que celebrar para los que deciden celebrar alegremente un acontecimiento que implicó LUCHA para cambiar un sistema que sigue gobernando. Y no, hablo de un régimen dictatorial sino de un modo productivo de explotación que sigue generando desigualdades como es el CAPITALISMO. Quienes reivindican solo un acontecimiento de corte netamente reformista y olvidan los motivos centrales de la lucha, o perdieron convenientemente la memoria o nunca la tuvieron. Y eso duele pues el relato histórico, sino contribuye a cambiar la realidad presente, NO SIRVE PARA NADA. En 1974 Raymundo Gleyser, militante del PRT, decía: «Nosotros no hacemos films para morir, sino para vivir, para vivir mejor. Y si se nos va la vida en ello, vendrán otros que continuarán… » Diego recuperó esa memoria en el documental que hicimos y yo quisiera hacerla mía en la profesión que elegí: hacemos historia para vivir mejor, no nosotros como historiadores, sino para ayudar al cambio social. Estos días de noviembre deben ser para reflexionar y reivindicar las luchas por transformar la realidad, no una mera evocación festiva de lo que fueron luchas pasadas. Cuando hoy se nos pide evitar la calle, el ejemplo de LOS TUCUMANAZOS, LOS CORDOBAZOS, LOS ROSARIAZOS, deben indicarnos un camino que implica, claramente, que a la calle no solo no hay que evitarla, sino que hay que GANARLA. La derecha ultra lo entendió y va ocupando la calle poco a poco. Las izquierdas, de conjunto, deberíamos retomar la iniciativa y volver a pisar las calles para volver a gritar bien fuerte que no queremos este sistema de exclusión, explotación y marginación.