Venezuela y el golpe de estado 2

por Pablo Pozzi

Más leo sobre lo que está pasando en Venezuela y más me enfurezco con los medios masivos de comunicación y las redes sociales. La cantidad de tonterías que se pueden decir, sobre todo de «reputados» politólogos e intelectuales, es increíble. Vamos por partes, y primero los antichavistas:

  1. En Venezuela hay una dictadura igualita a Videla o Pinochet. Bueno NO. Por muchas razones. La primera es que Chávez y Maduro han sido electos, y no se impusieron por golpe de estado. De hecho, los que han intentado numerosos golpes fueron los integrantes de la oposición más intransigente. Esto se debió a su incapacidad para triunfar en las urnas. Pensemos que la derecha ganó elecciones, para mal, en Argentina, Nicaragua (hace ya tres décadas con Violeta Chamorro) y Brasil. En los dos primeros no hizo falta golpe porque ganaron en las urnas; en Brasil el golpe fue parlamentario; pero mi sospecha es que, aun presentándose Lula, Bolsonaro hubiera ganado igual. El chavismo perdió la reforma constitucional de 2007, y la elección parlamentaria de 2016. Eso no parece una dictadura, sobre todo porque aceptó los resultados.
  2. Estados Unidos y Trump están impulsando una democracia. Otra vez NO. ¿Desde cuándo Estados Unidos promueve el respeto a la voluntad popular? En realidad, Washington no puede digerir una política internacional no alineada con sus criterios, como la que tiene en nacionalismo bolivariano. El tema no tiene nada que ver con que se preocupe por la represión o que Maduro sea (o no) ilegítimo. Como no se preocupó por Pinochet, no hizo nada contra Onganía y Videla, y ha promovido múltiples dictadores ultra represivos en todo el mundo. Saddam Hussein fue su amigo mientras le hizo la guerra a Irán; y después dejó de serlo. Ni hablar que EEUU fue el gran financista de ISIS vía los sauditas. A eso agreguemos la disputa por el control de recursos naturales, o sea del petróleo.
  3. Estados Unidos es un país democrático. Más NO que nunca. Trump perdió el voto popular, como lo perdió George W. Bush, como lo perdió JF Kennedy y varios otros. En el mejor de los casos Estados Unidos es una república oligárquica, donde el poder concentrado elige al gobernante por la vía de financiar las elecciones y de influenciar a los partidos políticos y al Colegio Electoral. Comparativamente Venezuela es un país regido por la voluntad popular, o sea del demos. Y las últimas elecciones presidenciales fueron supervisadas por Jimmy Carter y su centro, y por Rodríguez Zapatero. Ninguno encontró irregularidades. Que Trump decida, ocho meses más tarde, que no fueron elecciones legítimas es por lo menos sospechoso.
  4. La crisis venezolana demuestra que el chavismo ha fracasado. Más o menos. Por lo pronto demuestra una ingenuidad sorprendente, que no previeran la agresión norteamericana. Desde la Revolución Sandinista en adelante, la política norteamericana ha sido «desangrar» los nuevos movimientos nacionales, a través de sanciones, restricciones, y obstáculos a su desarrollo económico. La idea básica, desarrollada bajo la presidencia de Ronald Reagan, era convertir esas naciones en un desastre socioeconómico, para así convencer a la población que era mejor retornar a la vieja política, y dejar de lado todo intento de mejorar su situación. Las sanciones norteamericanas, de agosto de 2017, le han costado a Venezuela más de 6 mil millones de dólares. CITGO, la afiliada norteamericana de PDVSA, no puede remitir ingresos a Venezuela. Los bienes venezolanos en Estados Unidos han sido congelados y es muy difícil importar bienes, medicamentos, o alimentos. El resultado ha sido una caída de 15% en el PBN de Venezuela, y una caída de 37% en la producción de petróleo. Al mismo tiempo, Estados Unidos, sus agencias gubernamentales y ONGs, financian y colaboran con la oposición en particular aquella reacia al diálogo con Maduro. Estados Unidos y sus aliados, como Colombia, vienen amenazando con una intervención armada (o sea, una invasión) de Venezuela hace ya por lo menos dos años.
  5. Los venezolanos votan «con los pies», emigrando. Bueno, más o menos. Entre 1999 y 2016 Venezuela recibió 1,7 millones de inmigrantes a los que les brindó ayuda médica y social. Muchos de éstos eran colombianos, escapando a la «violencia». En 2016 2,6 millones de colombianos vivían en el exterior, y nadie hablaba del problema humanitario que eso implicaba. En 2018, 250 mil colombianos han retornado a su país desde Venezuela; y cerca de un millón y medio de venezolanos han emigrado, 600 mil de ellos fueron a Colombia. El informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados declara que la emigración venezolana es producto, no de la persecución gubernamental, sino «del sufrimiento y la disrupción socio económica generada por dos décadas de bloqueo económico».
  6. Maduro se cae cualquier día de éstos. Más que dudoso. No solo porque retiene el apoyo de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y de las fuerzas de seguridad, sino porque hace menos de un año recibió, en medio de una terrible crisis, más de cinco millones de votos. Pero aun más importante, hace unos meses China le otorgó un préstamo de cinco mil millones de dólares a Venezuela. A menos que pensemos que existe un Papa Noel chino, debería quedar en claro que China y su gobierno suponen que Maduro no va a caer en el futuro cercano (y va a poder pagar el préstamo).

Los chavistas también ven el vaso medio lleno. Por ejemplo,

  1. Venezuela y el chavismo hicieron una revolución y por eso los agrede Estados Unidos. Bueno, NO. Lo que han ido construyendo es un capitalismo de estado, con algunas características de estado de bienestar social. Esto tuvo el efecto positivo de bajar la pobreza a un dígito, elevar la alfabetización a 96%, y bajar a la mitad la mortalidad infantil. Pero no solo no hubo reforma agraria, sino que no se tocó la propiedad privada, y se permitió que la clase empresaria siguiera haciendo negocios; aunque fuera la base social de la oposición antichavista.
  2. Venezuela es una democracia. Más o menos. Las diversas reformas para fomentar la participación popular no han sido muy exitosas que digamos. En parte porque hay que educar al pueblo para que aproveche esas formas de hacer política, y en gran parte porque el partido del gobierno (PSUV) tiende a concentrar el poder en las manos de la cúpula. El clientelismo, el amiguismo, y el nepotismo del gobierno implican que una cantidad de gente escasamente idónea detenta cargos con escaso control institucional y menos aun popular. Esto ha facilitado la corrupción, revelada en varios escándalos que el gobierno ha intentado tapar. Al mismo tiempo, las instituciones creadas por la Constitución chavista han sido vulneradas repetidas veces por el propio gobierno. Y los críticos, aun chavistas, han sido expulsados del PSUV.
  3. Maduro no es un represor. En realidad, ese es un planteo ridículo. Frente a una agresión desmedida, incluyendo a las famosas «guarimbas», cualquier gobierno (electo o no) recurre a la represión. Aquí la critica es que esas movilizaciones deberían haber llamado al chavismo a la reflexión. En cambio, se han encerrado en los leales que demuestran su «lealtad» extremando la represión. Si bien el gobierno chavista no se asemeja a las dictaduras latinoamericanas, ya que la represión no es una política de estado, si es un gobierno dispuesto a ejercer una represión muchas veces desmedida que vulnera su propia institucionalidad.
  4. El pueblo está con Maduro. En realidad, cada vez menos. En la última elección 62% de los votantes no acudieron a las urnas. Comparado con hace una década esto es revelador. Maduro retiene cierto nivel de apoyo popular (los cinco millones de votos) pero este se está erosionando en la medida que la situación económica genera problemas cotidianos a la población. Lo que se empieza a notar es cierto cansancio en amplios sectores. Esto no ha llegado a niveles de apoyar a la oposición, pero si a niveles de apatía. La gran ventaja de Maduro es que los opositores (en su mayoría) hacen alarde de su neoliberalismo y alianza con Estados Unidos.

En el primero de estos dos artículos propuse que el diálogo es una de las formas para salir del paso y lograr una solución. Hoy (25 de enero) los gobiernos de México y Uruguay propusieron lo mismo. En febrero de 2018 se terminó una ronda, realizada en la República Dominicana, entre el gobierno venezolano y la oposición. Habían llegado a un acuerdo y faltaba solo la firma de los participantes. El entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos y el Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson, llamaron a los líderes opositores y los presionaron para que rechazaran el acuerdo. Fue rechazado. En realidad, lo que habría que hacer es presionar a los norteamericanos para que cesen las agresiones y permitan a la oposición dialoguista retornar a las negociaciones. Lo que reveló la ronda de Dominicana fue que para Estados Unidos no hay negociación posible, lo único que cuenta es la victoria total y final. Y esto más allá de si Maduro es bueno o malo.

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3 thoughts on “Venezuela y el golpe de estado 2”

  1. Me voy a permitir compartir su analisis. Me parece impecable; no ha omitido ningun hecho politico de fines del siglo pasado y parte del presente siglo en su similitud con la politica estounidense y Venezuela. Ud. toca un tema neuralgico que tiene que ver con ese modelo de produccion, ese socialismo sigloXXI; y que en mi opinion ha demostrado de manera acabada sus limites. No avanzamos en Venezuela, quedamos en declamaciones grandilocuentes o tal vez aspiraciones. Ojo aclaro que esto desde ya no significa cuestionar la legitimidad del gobierno de Nicolas Maduro y tomar posicion por ese mamarracho de Presidente autoproclamado y donde varios candidatos presidenciables argentinos han tomado partido, muy a la ligera; pero lo han hecho y otros se llamaron a silencio hasta ver como transcurren los dias.
    Me voy a detener en su planteo sobre el deseo de que ambos sectores se sienten a dialogar. ¿Será posible esto? No lo veo muy probable. Creo que y en la forma que se dieron los hechos para la autoproclamacion del presidente de la asamblea nacional, lo coloca en una situacion de «ilegitimo» o poco creible, tambien, para un dialogo. Me parece que la oposicion venezolana azuzada por Estados Unidos y la gran movilizacion de gente en las calles; se apresuró y cometieron demasiadas torpezas. Consecuentemente, al menos por ahora, el dialogo está muy lejos. Es la opinion de alguien que tambien la ve por tv y demas medios graficos; y seguramente la preocupacion por los hechos sociales y politicos que transcurren en este mundo cada vez mas injusto.
    Decía lo neuralgico de su analisis: ¿hay margen para continuar con las politicas de ese estado de bienestar? Es muy dudoso, sobretodo cuando se lee sobre los indices de inflacion que son cifras inmanegables. Por ultimo ¿ hay algun halito de politicas que lleven verdaderamente a la construccion del socialismo? ¿Se abrirá un camino de debate dentro de la izquierda en general que retome las banderas que se pensaban fracazadas? ¿ Se podrá comprener que el camino alternativo frente a las politicas imperialista y el Estado de bienestar, es el socialismo?
    Finalmente deje mas preguntas cargadas de deseos que aporte, no?.

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