Venezuela entre dos males

por José María Rodríguez Arias

Estoy como Pozzi, no soy un experto en Venezuela, pero, como él, intento mantenerme al tanto de lo que pasa en nuestro vecino del norte. (Además que suelo estar muy de acuerdo con lo que dice). Estoy como muchos de los que conocen (conocemos) gente de ahí, gente que vivió allí y ya no está, gente que era chavista hasta que conoció la práctica chavista, gente que… en fin, ya entienden. Lo de Maduro es vergonzoso, desde hace mucho. Todo lo que hace acrecienta la crisis que allá se vive. Sí, es importante ver bien las responsabilidades de cada quién, pero está claro que la autocrítica del gobierno es nula por todos lados. En nada se equivocan.

Mucha gente está sufriendo, eso es innegable. ¿En otros países también? Por supuesto, y en algunos muchísimo más que en Venezuela; pero hay que tener en cuenta de dónde se viene y a dónde parece ir todo, hay que valorar la respuesta que da el gobierno (todo es culpa de otros) y qué propone para solucionarlo (más de lo mismo y ases en la manga que no valen para nada). Aún así, hay países que están peor. Claro, también hay países en guerra, eso no significa nada, ahora hablamos de Venezuela y de lo que ahí ocurre (más adelante sí podemos tocar el tema de la hipocresía y el cinismo internacional).

Un golpe preparado

Una de esas personas cercanas que vivieron en el norteño país del sur (y han estado allá hace poco) me estuvo mostrando esos rumores que corrían por distintos grupos de WA, comentarios en FB y similares. En todos se medio anunciaba un golpe para navidades o después de navidades. Esos comentarios los estaban haciendo circular, fundamentalmente, antichavistas (no eran comentarios de «paremos esto» sino de «por fin» y «tenemos que apoyar esto»). Con esto quiero decir dos cosas: por un lado, era un runrun desde hace tiempo; por otro, sí existe un apoyo popular al golpe. No podemos obviar eso: hay gente que apoya al autoproclamado presidente. Y no es poca.

No podemos hacer como Maduro y demás seguidores de pensar que todo el antichavismo es extranjero o proextranjero, que el venezolano de verdad es chavista o no es. Ese es un error de base. Tampoco podemos desconocer una realidad que cruza con el pensamiento de mucha gente en Latinoamérica: los golpes de Estado no tienen tan mala prensa. Quiero decir, vivimos en sociedades en que se apoya la «mano dura», el «golpe en la mesa», a gobiernos autoritarios (y el de Maduro lo es); con lo que los «golpes de Estado» se presentan rápidamente como una solución práctica y legítima. El chavismo, sin ir más lejos, nunca renegó del intento de golpe en que participó el mismo Chávez (cuando era «casi nadie»; tampoco hubo queja del otro intento el mismo año). Siempre apoyados en «el pueblo» y la legitimidad que este da sobre la legalidad.

El gobierno, por otra parte, no supo parar el golpe. Tal vez porque no pensaron que fuera posible (en su ceguera; en pensar que la situación es la misma que en el 2002 cuando se perpetró otro golpe por la derecha venezolana, este de corta duración por el apoyo popular y militar al gobierno de Chávez). Pero Maduro no es Chávez, en nada. Ni en apoyo popular ni en carisma ni en apoyo militar. Esto último es clave. Tal vez porque veían que no había forma de pararlo: cualquiera que no fuera Maduro tendría a Estados Unidos dándole total apoyo. Iba a decir que hemos vuelto a la época de los golpes apoyados por EE.UU., pero es que nunca hemos dejado esa página.

El Derecho, en sus manos, no es más que un arma arrojadiza.

Una legalidad rota. Una legitimidad cuestionable

Ambas partes se escudan en la Constitución bolivariana de Venezuela. Ambas partes se la están saltando. El intentar poner la ley como muro infranqueable, a estas alturas, no resulta del todo convincente.

Por un lado, tenemos a Maduro diciendo que él es el presidente electo (matiz: en una elecciones muy cuestionables con una participación bastante baja) y que la Asamblea Constituyente es el legislativo en vigor (matices: una huida hacia adelante con unas elecciones que no llegaron ni al 42% de participación). ¿Qué legitimidad tiene un gobierno cuyo respaldo en las urnas es, en el mejor de los casos, escaso? Podemos argumentar, como hacen muchos chavistas, que fue poca gente porque el resultado estaba cantado ante el boicot de la oposición. Es cierto, eso rebaja la participación (iba a ganar el gobierno sí o sí), pero también que tanta gente de la oposición se niegue a participar en los procesos electorales, principal fuente de legitimidad en los países con democracias representativas burguesas (y Venezuela lo es), y tanta gente decida apoyarles quedándose en casa, lo que tenemos es que la legitimidad del gobierno y la Asamblea Constituyente es más que cuestionables. A esto le sumamos cosas como suspender las elecciones regionales porque sí, agravando más los problemas de legalidad vinculados al sistema representativo, a las elecciones que se han ido celebrando.

Hace tiempo que Maduro escupe sobre las elecciones, ahora que no se envuelva en los votos populares para defender su reino, cuando en su día, al ver que la Asamblea Nacional era tomada por la Mesa de la Unidad Democrática, que desplazó con mucho al PSUV (usando el mismo sistema electoral que dio mayorías absolutas a la formación chavista), dio un golpe en la mesa y convocó la constituyente.

En Venezuela hay y hubo represión política. ¿Igual que en otros países latinoamericanos? Posiblemente, pero que tu vecino lo haga mal no te da derecho a hacerlo mal a ti.

El presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, sacó a relucir la constitución y juró como presidente interino en medio de una manifestación. Esperen, ¿ese es el procedimiento? En las democracias representativas burguesas (y Venezuela lo es) el procedimiento es importante, en este caso debía haber una votación en la AN. ¿La hubo? No, claro que no. No como tal; sí estaba la decisión de no reconocer las elecciones, pero no es tan fácil como eso. No podemos olvidar que la AN está «desaparecida» para el gobierno y las instituciones venezolanas desde que se convocó la constituyente, además de suspendida y tal previamente (en un movimiento bochornoso, pero suspendida).

Así que Juan Guaidó decidió, simplemente, proclamarse presidente interino. Porque sí. Porque puede. El argumento es sencillo: Maduro no asumió la presidencia en la Asamblea Nacional sino en el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela. La OEA se puso rápidamente en contra de esto y ya había declarado ilegítimo al nuevo gobierno presidido por el viejo gobierno. ¿Por qué asume en el TSJ? Simple: la AN está suspendida. ¿Por qué no lo hizo ante la Constituyente, que ha asumido el papel de la AN? Ah, es que sí lo hizo, pero muy al estilo de Maduro: se saltó los plazos. El 24 de mayo de 2018 juró el cargo en la ANC, cuando debía hacerlo recién en enero de este año. En el colmo del esperpento, la ANC decretó que el presidente debía jurar de todas formas en enero, porque es lo que manda la constitución… ¿por qué juró ante el TSJ y no ante la ANC nuevamente? A saber.

Guaidó, que acaba de reemplazar a Omar Barboza como presidente de la AN, lo tuvo claro desde el principio y cuenta con el apoyo de la AN: Maduro es un usurpador. ¿Por qué? Por cómo se produjeron las elecciones (con el fraude sobrevolándolas) y cómo ha asumido el cargo (saltándose a una AN que, repito, está en desacato). Así que aplicando el dichoso art. 233 de la Constitución, la presidencia interina la asume el presidente de la AN al no haber presidencia asumida constitucionalmente por nadie y en 30 días desde esta asunción debería haber elecciones. ¿Las puede haber? 30 días, ni medio día más, desde que se confirma la presidencia interina. Y, si nos ponemos exquisitos, el plazo debería contar desde que no se asumió bien el nuevo gobierno (10 de enero), lo cual es un imposible (estamos a 27, no hay tiempo material para organizar unas elecciones limpias y buenas). Ojo, que llevamos días desde que Guadió asumió (23 de enero), siendo generosos, las elecciones para el 24 de febrero, ¿no?

La reacción internacional

Estados Unidos apoyó el golpe antes de producirse. Manifestaciones masivas en la calle con Guaidó como líder de una de ellas se encontraron con un «tuit» y un comunicado en que el país que representa la injerencia extranjera apoyaba al líder de la Asamblea Nacional por si decidía tomar el poder. ¿¡Cómo!? Tal vez eso era lo que necesitaba el militante de Voluntad Popular para dar el paso adelante: ¡autoproclamación! Luego, ya sabido el paso que dio el presidente de la AN, EE.UU. reconoció inmediatamente al líder opositor.

Muchos países «satélites» de EE.UU. corrieron a apoyar la postura estadounidense, contando al «Grupo de Lima»; otros se encontraron con la papa caliente ahí, sin saber qué hacer. La Unión Europea demostró que de Unión tiene poco y algunos países decidieron apoyar a Venezuela antes de que la política común se estableciera, ahora en un quiero y no puedo o no puedo pero tampoco quiero, han sacado un «ultimátum» en que pide al gobierno de Maduro la convocatoria de elecciones. ¿¡Qué!? ¿En base a qué norma el gobierno de Maduro, si asumimos que es legítimo –como para poder convocar elecciones– podría convocar unas? En la UE parece que no entienden los regímenes presidencialistas, pues así no funcionan las cosas. Maduro no puede, constitucionalmente hablando, convocar elecciones a su antojo. Tendría que renunciar, como mínimo… pero no puede renunciar si la AN (quien puede aceptar su renuncia) directamente dice que no es el presidente. La petición de la UE no tiene sentido más allá de tirar el balón para dentro de ocho días, a ver si se les ocurre algo (porque eso de «no eres legítimo si no convocas elecciones» como que no vale para nada).

Algunos países han salido rápidamente a apoyar a Maduro. No, amigos, no es una cosa de derechas e izquierdas ni es un tema de países interesados en el petróleo venezolano (EE.UU. y sus seguidores) y otros súper demócratas que quieren los mejor para el mundo (Rusia, China, Irán… vamos, perlas). Y acá es cuando llegamos al cinismo e hipocresía internacional: para todos esos países (apoyen o nieguen) no es un tema ni de democracia ni de derechos humanos, sino de cómo juegan sus intereses geopolíticos y económicos con una opción o la otra. Es difícil pensar en China o en Rusia como países que respetan las libertades civiles y apoyan al gobierno de Maduro porque entre las izquierdas hay que ser amiguitos (sobre todo porque Rusia es filofascista). Tampoco podemos pensar que EE.UU. y demás amigos quieren la democracia por encima de todo, sin tener intereses; claro, por eso ponen o apoyan a dictaduras en otras latitudes, porque no aceptan ningún régimen autoritario, claro, claro. Que no nacimos ayer.

Por parte de EE.UU. y otros, esto no se puede poner como «reacción» («[f]orma en que alguien o algo se comporta ante un determinado estímulo», DLE) en tanto que son los que «producen» o acompañan el estímulo, esto es, no les era ajeno nada de esto, estaban en el ajo desde el primer momento y llevan años acompañando e incentivando lo que Guaidó acaba de hacer. No «reaccionan», sino que proponen. ¿Significa que todo es una injerencia extranjera? Por supuesto que no, el apoyo popular antichavista está ahí, existe, es real. De hecho, no sería posible lo que está pasando si no fuera así (y en mucho mayor medida que en 2002). Más bien es un apoyo mutuo entre la oposición y las potencias extranjeras, entre otras cosas, porque no existes si otros no reconocen tu existencia, el terreno internacional hay que tenerlo ahí, preparado, desde el primer momento. Igual que el gobierno de Maduro tenía sus apoyos internacionales también claros desde antes del propio golpe.

Qué pasará y cuál es la posible solución

Ni idea de qué pasará, llevo mucho tiempo sin entender nada. Esto es, puede pasar cualquier cosa, contando una escalada de la represión con un final apocalíptico (en el peor de los casos) hasta que las partes se sienten y hablen (lo más recomendable… desde hace años, que no lo han hecho). Lo malo es que parece que estamos en un punto en que no hay vuelta atrás. Espero equivocarme por completo.

La «solución» (nótense las comillas), sin contar con la «buena» que pasa por el diálogo, la tienen los militares y, hagan lo que hagan, es mala. Quedarse con el gobierno de Maduro y la ANC inútil es malo. Quedarse con la propuesta de la Mesa (la AN venezolana) es también mala (y los gobiernos previos de Venezuela han sido una constante de «malos gobiernos»).

¿Por qué hablo de los militares? Bueno, el poder político en los Estados se basa, fundamentalmente, en el uso de la fuerza coactiva del Estado, de la violencia. El ejército, en concreto, es el mejor representante de dicha fuerza (y en Latinoamérica, el doble). Podrá gobernar quien pueda controlar las instituciones y, en última instancia, para eso necesitas el principal poder coactivo de tu lado. Chávez siempre consiguió que los militares terminaran con él, ¿Maduro tiene esa capacidad?

En cualquier caso, mientras las élites (contando a la boliburguesía) se pelean, el pueblo sufre (y sé lo demagógico que es esta frase).

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6 thoughts on “Venezuela entre dos males”

    1. Aquí extraigo una parte del parrado que me llevó a escribir lo que escrí mas arriba, » …No, amigos, no es una cosa de derechas e izquierdas ni es un tema de países interesados en el petróleo venezolano (EE.UU. y sus seguidores) …» Si el interés no es el petroleo entre tantos otros materiales y minas muy valiosas, mas la cercania, mas, mas …. ¿porque el acoso de los EEUU «. No podremos pensar que el atentado sobre las torres generadora de electricidad de hace unos días, no fue otro intento de invasion. Lo que indica -me parece- es que apuestan a la invasion -esto esta claro- pero no quieren un costo mayor del que ya existe en el país. No se entiende, como es posible pedir «ayuda humanitaria a quien te la retiró».

      1. Salud, María Esther Vera

        De lo que cita: justamente digo lo contrario, que EE.UU. sí tienen interés en el petróleo (los estoy señalando de esa forma); lo que intentaba (y se ve que no lo he conseguido) es huir de la simplificación de «unos países que quieren el petróleo» frente a otros que, por lo visto, apoyan al gobierno de Maduro por nada, porque son «buenos». Cuando entre esos países tenemos perlas como Rusia. ¡¡Rusia!! O Irán. Por lo mismo podemos decir que no es un tema de capitalismo vs socialismo cuando, otra vez, ¡está Rusia entre los aliados de Maduro!

        ¿Acaso cree que países como Rusia o China están apostando por el gobierno de Maduro sin ningún tipo de interés económico y político? ¿A quién debe Venezuela*? ¿Quién ha invertido a lo bestia los últimos años? Hay unos claros intereses económicos en juego y ninguno (a favor o en contra) es «inocente», ninguno de esos trabaja gratis.

        Centrándonos en Rusia: Putin es lo más parecido a Trump que hay por ahí suelto (diría que es al revés, Trump se parece a Putin), es, además, un mandatario de ultraderecha. Rusia es un país extremadamente capitalista. Rusia tiene una política internacional imperialista y lo demuestra cada vez que puede, con políticas económicas caciquiles, claro. Y en Rusia los DD.HH. valen menos que una moneda falsa de 1 rublo.

        Si nos fijamos en los aliados de Maduro, veremos que todos tienen unos claros intereses económicos y geopolíticos y ninguno (o casi ninguno) lo hacen por solidaridad con los venezolanos. Eso es lo que intentaba decir. En ningún momento niego que EE.UU. no quiera el petróleo.

        Hasta luego y gracias por el comentario 😉

        *Vamos a una de esas jugadas propias de Rusia: ese país le prestó 4 mil millones a Venezuela en 2011 para que le comprara en Rusia, así, Venezuela se gastó más de 4 mil millones solo en armas. Ese dinero se debía devolver en 10 años, desde hace tres se va reestructurando la deuda, pero durante más de 5 se pagó religiosamente; uno pensaría que ya debían haber pagado al menos la mitad, pues no, porque la deuda se ha ido atorando y creciendo, hace un tiempo (finales de 2017, cuando salió la noticia como «positiva» porque se reestructuraba la deuda), Venezuela debía más de 3,15 mil millones de dólares a Rusia. Repito: DEUDA por unas ARMAS que compró a RUSIA.

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