Las protestas de los jóvenes israelíes de procedencia etíope

por Pedro Goldfarb *

Desde el Kibutz Nir Itzjak, Neguev oeste, frontera con Gaza, Israel

En la primera mitad de este año, jóvenes israelíes de origen etíope, han estado involucrados en actos de violencia policial. A principios de año, Iehuda Biagada, joven que padecía de deficiencia mental fue muerto por las balas de un policía. El día 30 de Junio de este año, un policía disparó e hirió de muerte a otro joven israelí de origen etíope, Salomón Taka. El policía adujo sentirse amenazado por jóvenes que estaban en el lugar, adujo haber disparado hacia el suelo sin tratar de herir a nadie, pero al fin y al cabo el disparo penetró en el pecho del joven que murió inmediatamente.

Al día siguiente, cientos de jóvenes etíopes salieron a la calle en la zona norte del país – Haifa y las Kraiot – a manifestar contra la violencia policíaca y a pedir que se enjuicie al policía que mató al joven. Rápidemente, las manifestaciones se expandieron a distintas ciudades del país: Tel Aviv, Ashkelon y Kiriat Gat. Dichas manifestaciones se volvieron rápidamente violentas y desencadenaron una fuerte represalia policial. Los manifestantes decidieron durante la misma semana cortar las rutas principales del país originando un gran caos general.

Estas manifestaciones no son nuevas. En el año 1996, se produjo la primer gran manifestación cuando se hizo pública la política del Maguén David Adom [Cruz Roja local] de quemar contingentes de transfusiones de sangre donada por la comunidad etíope del país, aduciendo problemas de infecciones o posibles enfermedades de los donantes. En el 2015, cientos de jóvenes salieron a manifestar su repudio ante la violencia policial y el año pasado millares de etíopes salieron a manifestar en contra de las políticas del estado, que se niega a dar permiso de inmigración a miles de judíos etíopes que aún están viviendo en campamentos de refugiados en el país africano.

Históricamente, no existe una respuesta clara, cómo y cuándo los judíos llegaron a Etiopía.

Cuenta la leyenda… como está escrito en el Antiguo Testamento, que al parecer la reina de Saba, en su visita protocolar al rey Salomón, volvió a su país embarazada después de una fructífera noche con el famoso monarca. Una explicación «más seria» nos habla de la tribu de Dan, que ante el cisma producido en el país después de la muerte del mismo Salomón, decidieron no participar de la guerra civil que padecía el país y decidieron marcharse a la tierra de Kush (Etiopía). Una versión histórica más aceptable, nos habla de la emigración por razones económicas y de seguridad personal de judíos que vivían en Egipto y Arabia Saudita (de hoy) en el siglo cuarto de nuestra era.

Los judíos que vivieron en Etiopía son llamados «Beitá Israel», La casa de Israel. Por distintas razones, en especial de seguridad personal, parte de dicha comunidad durante años no practicó su judaísmo. Los judíos que seguían practicando la religión los llamaron AMARA, los cristianos del lugar, los seguían tildando de judíos FALASHAS, de ahí la designación del nombre FALASHMURA.

Durante años hubo problemas con la inmigración de dichos judíos. En el stablishment religioso ortodoxo – de origen ashkenazí-europeo- no los veían como judíos y se negaban rotundamente a su aliah (inmigración a Israel). En los últimos años las políticas cambiaron, miles de ellos llegaron al país, pero el país, lamentablemente no estaba preparado para recibirlos en forma adecuada.

La comunidad de judíos de origen etíope en Israel ocupa las capas más bajas del escalafón social y económico del país. Sin ninguna visión de un futuro económico y social aceptable, los ancianos de la Comunidad pierden su importancia y los jóvenes que no vislumbran ninguna esperanza de mejoría tratan de derrumbar las murallas de contención establecidas por el mismo gobierno.

Durante casi toda su historia, el sionismo, como movimiento de liberación del pueblo judío, movimiento que fue y es un «producto directo» del colonialismo europeo, ha actuado con una política afectada de un racismo visceral contra todo aquel que no aparenta como «el Judío ideal»: blanco, europeo, educado y trabajador. En los primeros años del Estado, dichas políticas han afectado a los judíos sefaradíes, provenientes de los países árabes y de los países del norte de África. En estos últimos años, los judíos de origen etíope han ocupado este lugar.

Cientos de matices de colores tiene el racismo israelí. Gran parte de ellos salieron a relucir a flote en las últimas semanas debido a las manifestaciones de los jóvenes etíopes: que la policía debe actuar con mano dura, que las manifestaciones pasaron a ser violentas por el hecho de que no hay dirigencia razonable, educada e inteligente con quien hablar… Se habla del problema de la comunidad de origen etíope como si estuviéramos hablando de una relación de patrón (el gobierno y la sociedad) y empleado (los etíopes).

Lamentablemente, a gran parte de los israelíes blancos de origen europeo no les importa cuántos jóvenes israelíes de origen etíope mueran en manos de la violencia policial. El racismo está inserto en todos nosotros, en toda la sociedad israelí. Al gobierno no le importa lo que pasa. En vez de tratar el tema del racismo en la sociedad desde las raíces, el gobierno actual de tendencia religiosa, derechista y fascistizante, aprovecha la pobreza intelectual de cierta parte de la población, la falta de educación anti-racista, para fomentar los miedos y temores de la sociedad, buscando identificar quiénes son los enemigos para tratar de combatirlos: hoy son los jóvenes de origen etíopes, mañana serán los israelíes de origen árabe-palestinos y en un futuro no muy lejano seremos todos los que pensamos distinto.

*Miembro del Partido Comunista de Israel y del Frente Democrático por la Paz y la Igualdad – JADASH.

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