Spilimbergo, Methol y la renta agraria

por Roberto A. Ferrero

El concepto de Renta Agraria Diferencial surgió en Europa de la pluma de los economistas ingleses modernos (especialmente David Ricardo), pero fue perfeccionado y puesto a punto por Carlos Marx en la Sección Sexta del Tomo III de su obra cumbre, «El Capital». Consiste en el plus de renta que percibe el terrateniente de las tierras mejores o más cercanas a los mercados consumidores en relación a los dueños de aquellas menos fértiles o más alejadas. Esto en razón de que siendo el precio de venta de la producción agrícola establecido por los campos de peor calidad, al aumentar históricamente la demanda de aquella, se incorporan más tierras de zonas desfavorables y sube su precio, de manera tal que al aparecer para estos últimos terratenientes su renta simple (que incluye el costo productivo y la ganancia media), el terrateniente de los predios mejores, vendiendo a ese precio aumentado ve acrecentar en esa misma proporción, sin esfuerzo ni inversión alguna de sus parte, los beneficios que constituyen su renta diferencial. Esta es la que Carlos Marx llamó «Primera Forma de la renta diferencial». Aparece la renta –dice Marx– «cuando dos cantidades iguales de capital y de trabajo se invierten con resultados desiguales en extensiones iguales de tierra» (1). Los «resultados desiguales» provienen de los factores naturales que están en la base de la relación: fertilidad y situación de la tierra. La Segunda Forma de esta renta aparece –siempre considerando que nos encontramos en el seno del modo de producción capitalista– cuando la mayor productividad es alcanzada, más allá de las condiciones naturales de la tierra, por una inversión de capitales en fertilizantes, maquinarias, mayor mano de obra, etc., que reducen el costo de producción en cierto porcentaje, y es en esa proporción que se incrementa la renta diferencial existente ya en estos predios. Claro que este es un esquema básico, que Marx va luego complejizando a medida que avanza en el análisis, teniendo en cuenta otros factores que también influyen en el costo de producción: los impuestos, las diferencias agrícolas regionales, etc. Finalmente, Marx introduce la Renta Absoluta, que se suma a la Diferencial y que es el resultado del monopolio privado de la tierra que, siendo un recurso limitado e inmóvil, permite a su dueño exigir esta sobreganancia para ponerla en explotación, por sí o dándola en arrendamiento. De todas maneras, a los efectos de la utilización de esta categoría europea, no interesa mayormente el mayor esclarecimiento teórico de sus particularidades, ya que, como aseguraba Karl Kautsky, «en la práctica, ambas clases de renta del suelo no se diferencian, ni pueden distinguirse cuál es la parte de renta diferencial o cual es la absoluta» (2).

Es en este punto donde ingresa la afirmación de Gustavo Battistoni: «En nuestro país, donde la producción agropecuaria está, en general, vinculada al modo capitalista de producción, esta teoría de la renta territorial es indudablemente válida» (3). En efecto, es así, y de esa validez, de esa utilidad analítica, se valió Jorge Enea Spilimbergo para explicar el nacimiento y desarrollo de la Argentina moderna, explicación sistematizada teóricamente en su trabajo «Clase Obrera y Poder».

En ese trabajo, Spilimbergo escribió refiriéndose a la estructura social de la Argentina moderna:

«El período dorado de esta estructura corrió, aproximadamente, entre 1880 y 1930, es decir, entre el cierre del ciclo de nuestras guerras civiles y la gran crisis. Fue un período de expansión ininterrumpido del mercado mundial y altas cotizaciones con relación a nuestros costos. Así, en contraste con las colonias y semicolonias típicas, en que la explotación imperialista se ejerce a nivel del propio fondo de reproducción del trabajador directo, la Argentina retenía una masa apreciable de sus excedentes (estrictamente, de valores producidos por los trabajadores agrícolas extranjeros incorporados a la economía nacional por el mecanismo de la plusvalía extra). De ese modo, pese al carácter semi confiscatorio de la renta oligárquica, quedaban saldos todavía, para engendrar una clase media relativamente numerosa. Durante el período de auge, el punto vulnerable de esta economía fue la bajísima absorción de mano de obra. La renta diferencial y el monopolio mercantil sobre las carnes imponían un ruralismo extensivo, o sea, hacer producir a la tierra y no a los hombres […] Como en los latifundios romanos, la alta lucratividad de la unidad económica está en relación inversa con la producción y la productividad globales. El desempleo crónico estimula una hipertrofia urbana parasitaria, en que el lugar del proletariado ocioso pasa a ocuparlo, con más con más decoro formal, una clase media vinculada a la intermediación, a la burocracia pública y privada, y a otras actividades del terciario, a la que se anexa un proletariado marginal de industrias de exportación, servicios públicos y mercado interno de la plataforma semicolonial. En el polo opuesto, el desempleo abierto de los marginalizados urbanos, las provincias pobres y los rancheríos intersticiales de trabajadores temporarios. Emerge así una semicolonia privilegiada, con sus ciudades-puerto europeas, y con su sistema multiclasista de sectores beneficiados por el librecambio exportador-importador, predispuestos a secundar la colonización imperialista del país. Particular gravitación asume la clase media urbana, fenómeno típicamente rioplatense sin parangón mensurable en el resto de América latina. La sociedad adquiere así un carácter burgués y europeo, aun prescindiendo de la presencia inmigratoria. El malentendido reside (para hablar en términos de economía burguesa, en que el peso del sector servicios dentro del producto bruto nacional no resulta de una alta productividad del trabajo en la plataforma técnica, sino de los beneficios de la renta diferencial» (4).

Algunos ensayistas han creído ver en la notable y esclarecedora tesis formulada por Alberto Methol Ferré en 1958/59 para el análisis de la prosperidad del Uruguay («La Crisis del Uruguay y el Imperialismo Británico», etc., págs. 59/61)(5) el antecedente inmediato del desarrollo de la concepción spilimberguiana aplicada a la Argentina. Sin embargo, en el texto citado, Methol no menciona siquiera la categoría «Renta Diferencial», sino que hace hincapié en la mínima proporción que el trabajo social ocupa en la productividad de la ganadería uruguaya en relación a lo que llama el «factor espontaneidad», es decir, las ventajas naturales de las praderas orientales para la ganadería de exportación. Recién en l965, en «El Uruguay como Problema», después de elaborada la Tesis de Spilimbergo en 1964, es que Methol Ferré menciona la «renta diferencial agraria» sin explicarla en absoluto (En la reedición de 2010 por la editorial «Publicaciones del Sur»: pág. 80) (6). La tesis de Spilimbergo deriva directamente de Marx y no del gran ensayista uruguayo.

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*Notas

1) Carlos Marx: «El Capital», Editorial Cartago SRL, Buenos Aires 1956, Tomo III, pág. 560.

2) Karl Kautsky: «La Cuestión agraria», Editorial Ruedo Ibérico, Paris 5, pág. 86.

3) Gustavo Battistoni: «Socialismo Nacional y Renta de la Tierra en la Argentina», Germinal Ediciones, pág. 32.

4) Jorge Enea Spilimbergo: «Clase Obrera y Poder», Ediciones del Sur, Buenos Aires 210, pág. 10/11.

5) Alberto Methol Ferré: «La crisis del Uruguay y el Imperialismo Británico», A. Peña Lillo Editor, Buenos Aires 1959, págs. 59/761.

6) Alberto Methol Ferré: «El Uruguay como Problema», Publicaciones del Sur, Buenos Aires 2010, pág. 80 de esta segunda edición.

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