El nacionalismo en Francia es la excusa para el Statu quo

por Rodrigo Banus

La situación hoy

El 15 de Mayo queda como rastro de una victoria clara de Macron, (En Marcha!) sobre Le Pen (Frente Nacional). Anteriormente en 2002 Jean Marie Le Pen perdió contra Chirac en una segunda vuelta con un sistema de partidos que era mucho más sólido, la UMP (Unión para la Mayoría Presidencial) y el Partido Socialista; Chirac obtuvo el 80% y Jean Marie Le Pen 22%. Con esto se sentó el precedente de que la «Izquierda» votaba a la «centro-derecha» para salvar a la democracia.

Dos políticos burgueses franceses son antecedentes de las ideologías en pugna en esta segunda vuelta. Por un lado De Gaulle, tal vez el líder más importante de la Francia del siglo XX, el nacionalista; y un político menor pero importante, Giscard d´ Estaing, el liberal. D´Estaing era un político como Adenauer y otros muchos, fue parte de la era anterior de la política, la política proEuropea de posguerra. La burguesía europea en los 50 y 60. El ala creyente como hoy son Tusk, y Dijsselbloem (funcionarios de las instituciones europeas), ellos creen en el proyecto europeo, unidad económica y política. Macron tiene su antecedentes como ocurre en el caso de algunas «novedades» son la mayor parte de partidos liberales europeos, su mejor antecedente: Alemania; Partido Democrático Libre (1948-2017), la Democracia Cristiana (DC) en Italia de (1943-1994), Los Liberal Demócratas en Reino Unido, (1988-2017).

Pero eso no quita dificultades, no siempre la «Derecha» y la «Izquierda votan esquemáticamente». Chirac, referente de una fracción derechista de la centro-derecha francesa, apoyó a Mitterrand, un socialista que giró hacia el neoliberalismo para llegar al poder, dejando a este «ideólogo» de la Federación Europea, Giscard d´ Estaing afuera. Por eso, podemos decir, este sistema semipresidencial no es nuevo. Este sistema presidencial es de larga data. Otra vez una salida nacionalista y revisionista choca contra una variante neoliberal y tecnocrática en un cuello de botella, es una repetición y es una farsa.

El régimen de gobierno actual francés, la Quinta República, con su semipresidencialismo es una creación del general De Gaulle. Este político quería por su conveniencia personal, la de un líder cesarista el gobierno ajustado a su persona concentrando el poder. Necesitó la expulsión de los extremos que amenazaban el Statu quo. Una de las herramientas era excluirlos del juego democrático y reforzar el gobierno por medio de mayorías. Esto era lo que le pedían los sectores dominantes.

Estos extremos expulsados eran «La juventud del 68» (El Partido Comunista, los maoístas, los estudiantes, los obreros organizados, etc.) por parte de la izquierda. Por parte de la derecha eran los militares y colonos de Argelia, la OAS (Organización del Ejército Secreto) como facción. La OAS, fue un grupo de ultraderecha de militares que creían que De Gaulle traicionaba a Francia y a los colonos debido a su apoyo a la independencia de Argelia como salida al problema de la guerra resistida por una buena parte de la sociedad.

El sistema de la V República es un sistema de partidos moderados, por eso bipartidista, cada partido buscaba ir hacia el centro para estar en el poder, la mayoría simple, la mitad más uno en primera vuelta o en su defecto en un ballotage. Es un sistema como el británico o el norteamericano orientado a la gobernabilidad, y con la posibilidad de tener cohabitación de dos tendencias distintas.

Por la extrema derecha entonces el discurso de Le Pen, proviene de una justificación ideológica nacionalista en la cual Francia vive una larga decadencia. El discurso en lugar de referir sólo a Francia suele ser amalgamado con Occidente o con los valores occidentales. Una parte de la sociedad suele apoyar estas ideas las cuales quedaron relegadas en cuanto el neoliberalismo fue ganando peso entre las clases dominantes.

Los partidos políticos en Francia hoy

La Izquierda de Francia hoy, las capas intelectuales de Francia, post 68, se adaptaron y se volvieron paladines del postmodernismo. Mélenchon es un experimento postmoderno con todas las letras, desde los hologramas, estar en varios lugares al mismo tiempo en lo virtual hasta el revisionismo de izquierda. El marxismo no funciona para este político. Se mezcla con políticas asistenciales para el siglo XXI que vienen a ser un parche y son un lado atractivo para estas «nuevas ideas». Este resultado actual viene de la decadencia del PCF (Partido Comunista Francés) y el Partido Socialista y de reemplazar a la clase obrera, con los intelectuales, la juventud, reemplazadas tanto en el discurso como en la estrategia, se buscan votos y no un programa de corte de raíz con el sistema. Estos actores serían más dinámicos, vanguardias, sin que surjan otras «direcciones» importantes, partidos capaces de ocupar el espectro político con representación sindical, de minorías o desocupados. Esto está detallado en el libro: ¿Una Política sin clases? el postmarxismo y su legado de Ellen Meiksins Wood. (2013, Colección Biblioteca Militante Ediciones Razón y Revolución, Argentina)–.

Analizaremos a la vieja derecha. Podemos decir que esta vieja derecha, es la de los cuadros políticos del Frente Nacional. Marine Le Pen y su hija han visto la necesidad de aggiornarse, la sociedad francesa cambió durante el transcurso de las décadas posteriores al fin de la Segunda Guerra. Estos sectores fueron dejados de lado a partir de la postguerra en parte por su colaboracionismo, el gobierno de Vichy y luego por la decadencia del Gaullismo, la versión nacionalista quedó excluida. En la medida que el neoliberalismo y la globalización «progresaban sin problemas», esas ideas de una Francia excepcional y en decadencia se volvían irrelevantes para la burguesía y lo siguen siendo en su mayor parte de ella.

Los ciudadanos franceses de clase media y alta son los actores principales de la segunda vuelta. Los privilegiados, los que temen al fin del euro, temen a los inmigrantes, y le temen a la izquierda, comunista, obrera y clasista sea lo que quiera decir para ellos. Estos son los votantes y gran parte del «bloque social» por llamarlo de alguna manera que gobierna Francia en la actualidad. La moderación de Macrón es el Statu quo y no buscar «más democracia». Las dos ofertas tanto la de Le Pen y la de Macron van por ese votante. Se presentan ambas como alternativas tanto Macrón como Le Pen, civilizadas y moderadas.

La clase media alta es el sujeto de la opinión pública francesa por excelencia y esto es lo que se ve en la campaña, ¿cuáles eran los temas de preocupación? Desocupación, continuidad del euro y la inmigración.

Justamente esto sería confirmado por la victoria de Macrón, la salida fue la del Statu quo. El guión de los analistas se reproduce fácilmente, están quienes destacan a Macrón como banquero de Rothschild. Esta fue la acusación de Le Pen, «Macrón es el establishment», De Gaulle era parte del establishment por decirlo de alguna manera, el grupo privilegiado que gobierna pero sin designar la clase o las clases. Esta es la idea que va a la par de las ideas difusas de cambio social hecho a base de promesas no sólo oportunistas, sino poco concretas.

Le Pen no cuestionó a fondo el régimen que gobierna Francia.

El futuro de Francia en la actualidad

Los analistas que ya piensan en el gobierno de Macrón, ahora ya con el resultado, salen un poco del sensacionalismo e impresionismo y parte de la idea, de preguntas como: ¿Cuál es el plan económico de Macrón? ¿Será capaz de hacer la reforma necesaria?

La reforma a realizar es la implementación del neoliberalismo que hay que hacer efectivo por medio de un programa. El contexto adverso a este programa que primero se trató era de una calamidad sin precedentes por la llegada de Trump al poder, un populista, y el Brexit, la salida de un país de la Unión Europea. Los analistas se olvidaron que cada sistema de partidos es distinto y que cada coyuntura es distinta, no se trata de un fenómeno homogéneo, el populismo de derechas y el nacionalismo, no es igual en todos los países del mundo, Francia tiene sus particularidades.

Francia en 2017 tiene problemas particulares que ya fueron enumerados en muchos análisis, alto desempleo (11%), altos impuestos, exclusión de las minorías. De esto se montaron los tridentes de Macron y Le Pen. ¿Cómo se combate el desempleo? Macron y para Fillon (ex primer ministro de Sarkozy), se presentaron como las variantes de la centro derecha. Ellos plantearon que la solución era bajar el costo laboral. Macrón lo dijo en el debate presidencial, sin reforma en el sistema de pensiones, sin cambios en la jornada de 35 horas», la última conquista de los socialistas, no sería posible salir de la crisis. Fillon en su momento de auge había prometido 500.000 despidos en el sector público.

¿Cómo combate Le Pen a estos problemas? Según su propuesta: proponía que hay trabajos para los franceses si se expulsan a los inmigrantes y se sustituyen las importaciones.

La segunda pregunta es la de la reforma, la que todos especulan desde los medios, para quienes son pro UE, el camino es claro: ajuste fiscal, integración bancaria, mantener el eje franco-alemán. Los franceses anteriormente repudiaron la Constitución Europea, rechazando pacíficamente esta vía. Por eso el techo del europeísmo democrático (consentido) ya pasó, el plan de Giscard d´ Easting no pudo realizarse un proyecto liberal democrático y transnacional, apostar a la Unión Europea es basarse en estos organismos antidemocráticos.

Por eso las crisis de Los Republicanos «Les Republicains», el partido de centro derecha con múltiples facciones desde un centro moderado hacia una derecha marcada, y la crisis del Partido Socialista (centro izquierda) no es un problema tan importante como el que se puede pensar en un primer momento, el sistema con el tiempo si el diseño institucional es fuerte se puede volver al bipartidismo.

Sí puede que un sistema tal vez imaginado para dos partidos concretos, los citados más arriba, Republicanos y Socialistas, se pueda convertir en un sistema en el cual hay varios partidos. Lo hace más volátil en la etapa de transición. Parece ser un tema tal vez menor pero de cara la política más convencional. ¿Qué le quedan a las nuevas fuerzas que son juzgadas de populistas? Lo más probable es adaptarse al sistema para sobrevivir a sucesivas elecciones donde dejan de ser novedad. Lo primero que podemos ver de cara a una elección posterior a la presidencial es que por una parte, Mélenchon (La izquierda más votada) será el que apoyará la ampliación del gasto público como programa. En este sentido la «Francia Insumisa» termina siendo un partido anti-austeridad más.

Le Pen es un fenómeno de un partido de baja rutinización. El partido es débil, el Frente Nacional, con una líder carismática Le Pen. Por citar otros ejemplos: López Obrador lo es en México y otros políticos que antes que nada son figuras públicas, sus partidos no son votados si ellos no forman parte. Se acercarán al sistema en la forma que sus posibilidades puedan crecer. Forzados están en sistemas presidencialistas o semipresidencialistas para poder gobernar ser una primera minoría o una mayoría simple.

La retórica extrema no lleva a poner en crisis a sus respectivos países. ¿No es esto lo que pasó con Trump y con otros «extremistas»? Trump es una experiencia muy reciente. El fin del «Obamacare» y el «Financial Choice Act», ambos proyectos de ley son medidas neoliberales por excelencia son las que avanzan en el gobierno de este presidente mientras que el muro y la barrera a las importaciones no lo hacen. La viabilidad de la política que hace a la gestión de los gobierno es más importante que la retórica con la que adornan sus actos de gobierno.

La ultra derecha, pongamos en duda este término como lo quieren definir hoy. Posiciones racistas, privatizadoras y neoliberales, cargadas además de un desprecio por la formalidad y priorizando la comunicación directa con la gente acorde a las redes sociales y la TV. Esta no es la ultra derecha, «antiparlamentaria», despreciativa de la democracia que movilizaba civiles y otros grupos como forma de presión para doblegar el sistema. Si bien el Ku Klux Klan adhiere a Trump, y Breitbart es un medio de estas ideas; no se puede automáticamente decir que Trump y su gobierno se apoyaron y llegaron al poder con estas organizaciones. Tampoco que Trump tenga una visión corporativa o alternativa concreta al sistema institucional de EE UU, lo mismo ocurre con Le Pen en Francia, y con la mayoría de los gobiernos de Europa. Excepciones si son Serbia, Hungría, Bielorrusia, países donde el presidente de cada uno de ellos controla a la prensa, presiona a la oposición y busca formas plebiscitarias de imponerse autoritariamente.

Si en todo caso queremos decir que Trump, y Le Pen, como la primer ministro May son de «ultra derecha», debemos decir que son en muchos sentidos intentos fracasados o demasiado pegados a las formas, que nada tienen que ver con las formas que en el 20, 30 y 40 constituyeron la alternativa a la democracia liberal.

En todo caso no es la grandilocuencia de los proyectos inverosímiles, las propuestas de Trump del muro de miles de kilómetros, o la salida del Euro por parte de Le Pen. Sino que la profundización de las medidas que van contra la calidad de vida de los trabajadores, aumento de edad jubilatoria por ejemplo. Este paquete de medidas que no fueron votadas por nadie al menos en teoría, no se propuso más ajuste son la muestra de cómo la crisis política lleva a una derechización de los gobiernos.

El sistema de la crisis sigue en pie

El sistema semipresidencialista de doble vuelta, si funciona en la forma que se espera, incentiva que la minoría extremista para poder acceder a los cargos en disputa tiene que alcanzar una mayoría. Es forzado necesariamente a virar hacia el centro, a su común denominador, es decir, renuncia a sus tesis extremas.

Por el sistema de doble vuelta regional y presidencial, las fuerzas del sistema pueden impedir el ingreso del partido «antisistema», apoyando al partido centrista. Este fenómeno tiene un caso importante en el pasado con características mucho más concretas en Europa, y esto era la relación que tenía el PCI (Partido Comunista Italiano) versus la DC (Democracia Cristiana) con una gran coalición que impedía a los comunistas acceder por la urnas al poder.

Por lo tanto mientras se quiere ver la novedad del Neofascismo y del Neoliberalismo (debate que excede este artículo), no parece lo mejor crear conceptos nuevos si la realidad no se presenta como algo inédito. La bancarrota de la socialdemocracia europea no es novedad, se ven otros fenómenos más convencionales. El primero de ellos es que tanto socialistas como liberales toman las ideas del neoliberalismo e implementan el plan con idas y vueltas. Hay un consenso, un plan hegemónico, la dirección económica implica un dominio ideológico, definir la democracia, la nación, el estado, etc.

Discutamos lo nuevo: ¿Macrón y su partido son una novedad? No. Algunas apreciaciones se pueden hacer al respecto: mientras el neoliberalismo se implementa, un concepto no muy ambicioso pero útil se pone en práctica, el de partido «escoba» (catch-all party) Kirchheimer, que describe el partido de Macrón. Esta es justamente una forma de hacer política que apareció a fines de los 70. Los partidos políticos «escobas» abandonan los programas, son partidos sin programas, sin planes. El partido «escoba» intenta atrapar a todos los votantes, gira hacia el centro y no hace fuertes distinciones sociales en su discurso. «En Marcha!», es esa clase de partido. Por eso, su éxito da en parte por tierra la moda de poner por encima de todo al populismo y los extremismos. Al menos en su concepción más simplificada. El partido «escoba» busca la unión de la sociedad, se trata de la lucha contra lo «viejo» en lugar de un discurso en contra de las élites (la burguesía, los tecnócratas, etc.).

¿La victoria de Macrón fue una vez más la victoria de los grandes capitales contra el mundo rural y el mundo industrial en crisis? La respuesta es sí. Mientras que el Brexit fue la victoria aparente del mundo rural y la victoria de Trump también tuvo esas características conservadoras, los grupos que votaron a Trump en los estados del centro de Estados Unidos. Estos votantes suelen adherir ideas conservadoras en lo social. La victoria de Macrón es en cambio la victoria de los privilegiados.

Quedará por ver qué factores alteraron cada campaña posibilitando el ascenso de Macrón. Se descartó en parte el efecto «divisivo» e irreconciliable de la sociedad francesa. Es decir que el conflicto entre Europa y el nacionalismo, la islamofobia, tampoco pesó el clasismo como un factor clave. Sí hubo un peso importante en que el Frente Nacional no accediera al poder.

Populismo de derechas y neoliberalismo

Recapitulando, una parte de la burguesía francesa, la liberal que alguna vez apoyó un proyecto europeo fervorosamente, con Giscard D’Estaing, fue derrotada: la continuidad neoliberal siguió por otros medios.

El presidente Hollande del Partido Socialista, el último presidente de Francia, con sus intervenciones contra el Estado Islámico en Siria adoptó una línea belicista para complacer una demanda de lucha contra el Islam. En lo económico continuó además con reformas precarizadoras en las cuales el mismo Macrón formó parte. En lo económico Hollande llevó a cabo procesos de privatización y liberalización, en definitiva continuó la línea de Sarkozy, un gobierno pro euro y conservador en lo económico. Esto era el bipartidismo francés que se consideró en extinción, es decir que en esta última elección iba a desaparecer por los partidos antisistema. Fue hasta la consagración de Macrón en la presidencia, la implementación del programa neoliberal sin muchos matices.

Como nota final, antes que Le Pen se abriera paso, el presidente francés Sarkozy hizo campaña para su reelección, una campaña anti islámica, antigitana, y de chivos expiatorios. Podríamos decir que Francia descargó la crisis sobre los sectores más perjudicados y menos representados que son las minorías.

Cierta ultraderecha, cuando formó parte de la OAS (Organización del Ejército Secreto) tenía ideas imperialistas y alejadas de la OTAN y de los destinos subordinados a Estados Unidos. Esta facción planteaba en vías diferentes, una política militar independiente. Estas fueron las propuestas en política exterior de Le Pen que preocuparon a las autoridades europeas y a la OTAN, es decir a Estados Unidos. Además de la tensión que existió durante años a partir de la política de anexión de Crimea por Rusia, y su política de intervención de las elecciones en otros países. Salir de la OTAN era acercarse a Rusia.

Esta es la variante que regresa vía Le Pen, una política burguesa con algunas diferencias con el establishment europeo y a favor de la OTAN dominante. Esta alternativa económica es la resistencia al Euro. Las propuestas de Le Pen como variante en la política francesa fundamentalmente en política exterior parecen imposibles hoy, en parte por la defensa de la misma Francia fuera de la protección de Estados Unidos y en segundo lugar por una limitada capacidad para intervenir como una potencia, al nivel de China, Rusia o Estados Unidos fuera de la OTAN y el consejo de seguridad de la ONU. Francia secunda iniciativas occidentales en la mayoría de los casos.

Esta variante. Una línea nacionalista estaba contenida dentro del paraguas del UMP y su electorado se alejó de la UMP para ir hacia el Frente Nacional en la medida que este creció en las encuestas de este último año.

La crisis política en Europa a nivel continental llevó en casos de rupturas por izquierdas muchas veces fallidas. Este fue el caso de Hamon (ex ministro de educación de Hollande) en el partido socialista y Mélenchon, un exsocialista. Todas estas fracturas se dan en el contexto de una crisis económica con descontento social y la ausencia de un discurso para justificarlo. El socialismo francés no modificaba nada de la política económica y social de la gestión anterior.

La necesidad de terminar de implementar planes económicos (flexibilización laboral, integración bancaria e impositiva a nivel europeo) están lejos de todas estas ideas de «izquierda y derecha» descritas en esos términos, es decir las respuestas recientes de todos estos partidos como salida a la crisis, no tratan lo central de la crisis político-económica.

El triunfo de Macrón fue la victoria del Statu quo (los tecnócratas y políticos de carrera de Franca, los grupos empresarios, los miembros de los partidos tradicionales) Estos implementaron estrategias convencionales de buscar obtener el voto de los temerosos al cambio. Indistintamente sean jóvenes o no. Le Pen también forma parte de una propuesta de derecha presente desde la segunda mitad del siglo XX con distinta intensidad. El nacionalismo de Le Pen para peor sería probablemente funcional a continuar con una línea de ajuste en Francia y la ruptura con Europa sería antes que nada dudosa y tal vez nunca ocurriría. Otra vez se explotó lo peor, el nacionalismo para mantener el Statu quo.

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